Palabras Mayores
Bécker García
25 años sin Capote…
Ser periodista y escritor es una conjunción que no es nueva. Truman Capote el escritor de “Desayuno en Tiffanys”, Ernest Heminway, “El viejo y el mar” y Gabriel García Márquez el de “Cien años de Soledad”, lo hicieron en su tiempo.
No es fácil escribir noticias que son verdades sin que parezcan mentiras, ni tampoco escribir ficciones que parezcan verdades. En ambos casos, la línea que divide uno de otros es apenas perceptible.
Cuando le preguntaron a Enrique Vila- Matas sobre qué tanto de autobiográfica era su novela “Bartleby y Compañía”, respondió que no había ni una pizca su vida en ello, pues para empezar, esa historia habla sobre escritores que ya no escriben o lo han hecho muy poco, y, Vila Matas, escribe y lee como poseído.
Entonces insistieron y alguien le dijo que, sus escritos eran tan reales que necesariamente los debería de haber vivido. Su respuesta, lacónica, fue muy sencilla: “de eso se trata esto, de contar mentiras y que los lectores se las crean como propias”
Pero bueno, entre el reportaje novela de Truman Capote, a Sangre Fría; entre la novela crónica de Hemminway “Por quien doblan las campanas” y entre la “Crónica de un Naufragio” de García Márquez, me quedo, sin duda, con la de Capote.
“A Sangre fría” narra la historia del asesinato de una familia en un pueblo de Kansas llamado Holcomb. Fue tan impactante la historia, tan sangriento el asesinato y tan intrincada la investigación, que la afamada revista New Yorker mandó a Capote a realizar lo que sería primero un reportaje.
Al llegar al pequeño pueblo, quizá por su condición extravagante y por su notoria homosexualidad, además de su condición caprichosa, su inteligencia mordaz y su ironía a flor de piel, en un principio los habitantes lo rechazaron.
Pero como dicen por ahí los que le entienden a esto, no hay demonio que no tenga su encanto y, a base de esto, poco a poco se fue ganando la confianza del pueblo y pudo desmembrar la madeja.
Lo interesante del reportaje-novela, es que Capote le dio voz a los pueblerinos y se dio el lujo hasta de entrevistar a uno de los asesinos antes de que lo descubrieran.
Como sucede con muchos escritores, Lunas de dos caras, cuando el asesino entrevistado le contó los hechos que lo incriminaban por medio de acuciosas preguntas, luego de haberse ganado su confianza, Capote lo dejó a su suerte.
Lo condenó antes de que lo juzgaran. Material desechable sin conciencia.
Dificultoso es querer escribir y alejarte de los personajes. A final de cuentas, uno no puede inventar lo que no conoce, aun cuando sea de relatos contados por los otros.
Se periodista también tiene lo suyo. Y lo digo porque seguido me llegan comentarios a mi correo, a mi Blog o me los dicen de viva voz; donde aseguran que uno no puede escribir nada que no sea dictado desde la conciencia del grupo para el que le tocó trabajar. Y eso es mentira. Uno escribe lo que piensa y vive. Cuando menos si eres honesto contigo mismo.
Y vaya que, cuando uno tiene en su sangre el periodismo, las ganas de escribir lo que ha vivido no se le quitan, aun que sea novelado.
Truman Capote tardó 6 años en publicar su novela, esperando a que los asesinos fuesen juzgados y ejecutados. Dicen que eso fue lo que acabó con su precaria salud mental y cayó en las garras del alcoholismo.
Yo espero no esperar tanto para contar historias, aunque sean más mentiras que realidades. Y por supuesto, no terminar como Capote, de quien hoy extrañamos sus 25 años de ausencia.
Puedes checar columnas atrasadas: en http://beckergarcia.blogspot.com/
Muchas gracias
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