Conocía
a Jorge Morales de vista. Era él, destacado miembro del equipo del periódico El
Imparcial de Sonora, cuando éste, el diario, solía ser un antagonista del
gobierno y un referente obligado de lectura para enterarnos de lo que los otros
medios callaban.
Jorge
Morales era el Sub director editorial cuando fue la desaparición del reportero
Alfredo Jiménez.
Un
corresponsal de todas sus confianzas, Francisco Reza, fue contactado mediante
el desaparecido Messenger, pidiendo una cita para aclarar que, las notas de un
presunto narco, publicadas en El Imparcial, eran falsas.
Reza,
temeroso, le pasó el caso a su jefe Morales y éste lo asignó a Alfredo Jiménez,
un joven que había trabajado en el Debate de Sinaloa, obsesionado con el narco
periodismo pero sin medir las consecuencias, quien aceptó el reto de
entrevistarse con los supuestos delincuentes.
Luego,
fue historia. Una noche, Alfredo salió de la redacción de su periódico,
diciendo que se entrevistaría con un “informante” y nunca más se supo nada.
Al día
siguiente, un abogado del supuesto narco, se presentó ante Morales pidiendo
hablar con Alfredo. Cuando los del periódico se dieron cuenta que Alfredo ya no
estaba en su departameno, como película del género negro, el abogado le pasó el
celular a Morales. Del otro lado estaba el sospechoso traficante, quien le dice
a Morales que, es un lástima que haya desaparecido y le dio el pésame.
Alfredo
Jiménez, días antes, había comentado con Jorge Morales, que sospechaba que lo
estaban siguiendo, porque de hecho tenía dos informantes, uno de cada bando.
Sin embargo, Morales no le dio importancia al hecho.
Cuando
desapareció, lejos de aceptar la culpa de mandar a un chamaco al matadero,
usaron a la familia y a la entonces fuerza de su periodismo, para incriminar al
gobierno estatal.
Luego,
como se puso “caliente” la plaza, a Morales lo enviaron a un periódico hermano
a Baja California. El ahora presunto implicado en extorsión, alegó que fue
exiliado por el Gobierno porque “sabía demasiado”.
Rasgos
anteriores: Cuando tuvo el poder de la información de El Imparcial, Jorge
Morales invitó a regresar a Sonora a Guillermo Noriega Esparza, un supuesto
luchador de la transparencia en contra de la corrupción de los gobiernos, y le
abrió sus puertas editoriales, desde donde atacó a Eduardo Bours, quien por
cierto, nunca se prestó a los chantajes de El Imparcial.
Cuestión
aparte, pero Guillermo Noriega y su Sonora Ciudadana A.C., jamás se preguntaron
por la evidente corrupción en el gobierno de Guillermo Padrés (checar columnas
escritas en El Imparcial), y, además, Noriega, fue comisario “ciudadano” para
verificar la mayor corruptela de Guillermo Padrés: El Acueducto Independencia.
Mañana
seguimos con la vida de Jorge Morales Borbón.
Totalmente de acuerdo: que paguen con carcel, ergreso de lo malhabido y repudio social de por vida quienes lastimaron tanto a Sonora. Por cierto, uno de los casos de mayor verguenza y asco fue la encarcelación a modo de venganza contra Gisela Peraza... ¿alguien sabe el nombre del entonces Procurador del Estado que tuvo bajo su responsabilidad aprender ilegalmente a Gisela y refundirla en el bote? Digo, para también aplicarle la Ley. Espero alguien lo recuerde.
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