Luego de leer la valiente carta que Elda Molina
escribió en su página, www.eldamoina.com
recordé las palabras aquellas de la novela de Mario Vargas Llosa, en su novela
“El héroe discreto”:
-
Felícito recordó las
palabras de su padre antes de morir: “Nunca te dejes pisotear por nadie, hijo.
Este consejo es la única herencia que vas a tener”
La novela escrita por el premio Nobel
Peruano-Español, enlaza las historias de dos personajes que sufren en carne
propia la irracional violencia.
Felícito, pequeño comerciante, quien
recibe una pegatina en la puerta principal de su negocio, donde le exigen 500
dólares mensuales por dejarlo “trabajar”.
La otra historia, es la de Ismael
Carrera, hombre viudo y padre de dos hijos, con una cierta fortuna, a quien los
vástagos rondan como zopilotes esperando su muerte para disfrutar su dinero.
Él, por su parte, decide casarse con su sirvienta e iniciar un viaje de bodas,
mientras sus descendientes intentan cancelar el matrimonio y apoderase de los
bienes.
La Violencia definida en su más pura y
llana expresión; “es la acción de fuerza e intimidación para conseguir algo”.
Alguna vez, en una entrevista que me
hicieron en Reporte Indigo, comenté que la gente de Guillermo Padrés, fantaseó
tanto con el poder y la impunidad de los príistas, que cuando fueron gobierno
no midieron ninguna consecuencia y lo ejercieron con la cuchara grande.
Gisela Peraza es uno de los casos,
donde los padrecistas utilizaron la violencia desmedida con oscuras
intenciones.
Pero también no se ha resuelto el caso
aquel de los transportistas que extrañamente fueron asesinados en el poblado de
Vícam, cuando se dirigían a Hermosillo. Al fallecer de manera violenta, se
inició el camino para desmantelar el transporte en Sonora y también,
desaparecer sus fondos.
La imagen de el Ex secretario Roberto
Romero amenazando a empleados estatales en San Luís Río Colorado, para que
votaran en el sentido como lo pedía el Gobernador Padrés, le dio la vuelta a
México y se ganó el apodo de “El Idiota valiente”.
A los defensores del No al Novillo, los
intimidaron con auditorias, les quitaron apoyos, corrieron a sus parientes del
gobierno y una lindeza más de hechos violentos con los que intentaban
disuadirlos de su lucha.
Hace unos días, por fuera de la
iglesia, en Navojoa, a la mamá de Elda Molina le quemaron su auto. Cuando se
supo, la reacción inmediata del alcalde panista Raúl Silva Vela, fue echarle la
culpa a un desperfecto electrónico. Luego, mediante un vídeo de una gasolinera,
se pudo constatar que fue intencional.
Yo no lo sé, pero, la reacción resulta,
cuando menos sospechosamente encubridora. Y es lamentable.
Jorge Morales, quien antecedió a Elda
Molina en Comunicación Social de Sonora, éste con Guillermo Padrés, está en la
cárcel, acusado de extorsionar (otra forma de violencia), a particulares. A
partir de ese momento, se han multiplicado las amenazas para la periodista y
también para otros funcionarios.
Y si a Gisela Peraza la protegió el
manto impune de los panistas y pasaron por encima de sus derechos humanos, a
Elda Molina la debe respaldar el estado, no solamente por el sentido de
pertenecer a un mismo grupo que desea cambiar el desbaratado rumbo de Sonora,
sino también, porque es una cobarde acción contra dos mujeres.
Que se acaban de ir los que ya se
fueron. Urgente
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