lunes, 22 de febrero de 2016

Que de una vez se vayan los que ya se fueron


Luego de leer la valiente carta que Elda Molina escribió en su página, www.eldamoina.com recordé las palabras aquellas de la novela de Mario Vargas Llosa, en su novela “El héroe discreto”:
-       Felícito recordó las palabras de su padre antes de morir: “Nunca te dejes pisotear por nadie, hijo. Este consejo es la única herencia que vas a tener”

La novela escrita por el premio Nobel Peruano-Español, enlaza las historias de dos personajes que sufren en carne propia la irracional violencia.
Felícito, pequeño comerciante, quien recibe una pegatina en la puerta principal de su negocio, donde le exigen 500 dólares mensuales por dejarlo “trabajar”.
La otra historia, es la de Ismael Carrera, hombre viudo y padre de dos hijos, con una cierta fortuna, a quien los vástagos rondan como zopilotes esperando su muerte para disfrutar su dinero. Él, por su parte, decide casarse con su sirvienta e iniciar un viaje de bodas, mientras sus descendientes intentan cancelar el matrimonio y apoderase de los bienes.

La Violencia definida en su más pura y llana expresión; “es la acción de fuerza e intimidación para conseguir algo”.

Alguna vez, en una entrevista que me hicieron en Reporte Indigo, comenté que la gente de Guillermo Padrés, fantaseó tanto con el poder y la impunidad de los príistas, que cuando fueron gobierno no midieron ninguna consecuencia y lo ejercieron con la cuchara grande.

Gisela Peraza es uno de los casos, donde los padrecistas utilizaron la violencia desmedida con oscuras intenciones.
Pero también no se ha resuelto el caso aquel de los transportistas que extrañamente fueron asesinados en el poblado de Vícam, cuando se dirigían a Hermosillo. Al fallecer de manera violenta, se inició el camino para desmantelar el transporte en Sonora y también, desaparecer sus fondos.

La imagen de el Ex secretario Roberto Romero amenazando a empleados estatales en San Luís Río Colorado, para que votaran en el sentido como lo pedía el Gobernador Padrés, le dio la vuelta a México y se ganó el apodo de “El Idiota valiente”.

A los defensores del No al Novillo, los intimidaron con auditorias, les quitaron apoyos, corrieron a sus parientes del gobierno y una lindeza más de hechos violentos con los que intentaban disuadirlos de su lucha.

Hace unos días, por fuera de la iglesia, en Navojoa, a la mamá de Elda Molina le quemaron su auto. Cuando se supo, la reacción inmediata del alcalde panista Raúl Silva Vela, fue echarle la culpa a un desperfecto electrónico. Luego, mediante un vídeo de una gasolinera, se pudo constatar que fue intencional.
Yo no lo sé, pero, la reacción resulta, cuando menos sospechosamente encubridora. Y es lamentable.

Jorge Morales, quien antecedió a Elda Molina en Comunicación Social de Sonora, éste con Guillermo Padrés, está en la cárcel, acusado de extorsionar (otra forma de violencia), a particulares. A partir de ese momento, se han multiplicado las amenazas para la periodista y también para otros funcionarios.

Y si a Gisela Peraza la protegió el manto impune de los panistas y pasaron por encima de sus derechos humanos, a Elda Molina la debe respaldar el estado, no solamente por el sentido de pertenecer a un mismo grupo que desea cambiar el desbaratado rumbo de Sonora, sino también, porque es una cobarde acción contra dos mujeres.

Que se acaban de ir los que ya se fueron. Urgente




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