Palabras mayores
Bécker García
Mi padre no fue siempre muy atinado al hacer sus comentarios. Con todo cariño debo reconocer que la prudencia no era, ni por mucho, su virtud más apreciada.
Nacido en Ciudad Juárez y criado en el Distrito Federal, casó con una Huatabempense que lo trajo a vivir por un tiempo a la Tierra de los Generales, de donde se reconocía oriundo el General Álvaro Obregón.
Por su parte, mi abuelo Santiago había combatido en la Revolución al lado del famoso Pancho Villa y tenía para muestra, un brazo que solamente levantaba hasta la altura del hombro, producto de una bala que en combate le destrozó el codo.
Entonces y por supuesto, la familia García discutía en cada foro donde se presentara la ocasión, sobre los grandes méritos en campaña del General Villa y hasta juraban que su táctica y estrategia de guerra de guerrillas, era estudiada en el mundo entero las escuelas militares de renombre.
Con lo que no contaba mi padre, es que para los sonorenses, Villa es odiado directamente proporcional o lo que es glorificado el General Obregón. Peor en Huatabampo, donde de niño, las visitas al panteón tenían como punto intermedio entre la puerta y tumba de mi abuela, una visitadita a donde se decía, estaba el brazo del “Manco de Celaya”, y recuerdo, que el mausoleo normalmente aparecía llena de adoradores de quien fue el triunfador de la revolución.
Si la sensatez y la cautela hubiesen sido parte del bagaje de don Alberto García Elorduy, mi padre, no hubiera terminado una discusión huatabampense como la terminó hace ya muchos años.
El tema de cantina era, por supuesto, la comparación entre la grandeza de Obregón en la cual estaban de acuerdo todos los concurrentes menos el bolero, porque era sordo, y mi padre, quien alegaba que Villa había sido más grande que Obregón y solamente pudo ser derrotado por la traición de Carranza.
Debo decir que la información de mi padre, aparte de los relatos de mi abuelo, provenían de los únicos libros a los que fui obligado a leer – y lo agradezco ahora aunque entonces odié la imposición – de adolescente, y que fueron los llamados “La Novela de la Revolución Mexicana” donde, Martín Luís Guzmán (villista hasta el tuétano), en varias entregas, hacía una apología del Centauro del Norte.
El caso es que cuando mi padre se vio superado en la discusión cantinera, de su ronco pecho sacó el famoso grito aquel de “Viva Villa Cabrones” y me contó, muchos años después del incidente, que no alcanzó a escuchar su propio eco, porque una botella cervecera se incrustó con tremendo estallido justo detrás del parietal izquierdo y, obvio, perdió el sentido.
Por eso yo no discuto de Villa y de Obregón, no vaya a ser que alguien por ahí me quiera convencer con los mismos tajantes argumentos, además, que respeto a ambos revolucionarios, con todas sus virtudes y sus defectos. Luego de lo mucho leído de ambos, sé que a antes de ser héroes, ambos eran seres humanos que participaron, no en civilizado juego de ajedrez, sino en una cruenta guerra intestina.
Sin embargo extraño la admiración que los Sonorenses le hemos dado a la Revolución Mexicana. Si bien es cierto que la Revolución nació como tal en Coahuila, lo c real es que su génesis fue la Huelga de Cananea y su culminación es el triunfo de los sonorenses en el poder, como el propio Obregón y Elías Calles.
En su libro “La Frontera Nómada”, Héctor Aguilar Camín hace la reflexión de cómo nuestro estado pasó de estar prácticamente aislado al inicio del Siglo veinte, a ser los ganadores del país, al cual, después de la Revolución, gobernaron hasta el año de 1934.
Por lo mismo, Sonora tiene mucho que festejar en centenario del inicio de la Revolución, y nada o casi nada del bicentenario de la Independencia.
Pero Sonora parece que no ha caído en cuenta del momento histórico que viviremos en este 2010. Pareciera como si no hubiéramos aportado, mediante nuestros antepasados, sangre y vida para generar la modernidad de este irrepetible país, con todos sus asegunes.
Fuimos y hay que decirlo hasta el cansancio, los triunfadores de la Revolución, vía Álvaro Obregón y los promotores de la modernidad institucional como país vía Elías Calles. Pero parece que se nos olvida.
Y para muestra un botón; en la página Web del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución (www.bicentenario.gob.mx), vienen inscritos los proyectos de festejos conmemorativos a los mismos, mediante una serie de acciones.
Cada estado, incluyó propuestas para “bajar” recursos federales y recordar la fecha con actos que van desde la publicación de libros, hasta la puesta en escena de obras de teatro y filmación de películas.
El Estado de México, por poner un ejemplo, tiene más de mil acciones propuestas. Otros como Veracruz y Aguascalientes, propusieron varios centenares.
Sonora, increíblemente, apenas cuenta con ocho.
Yo no sé que estaremos esperando, pero creo, exijo casi, que nos pongamos las pilas para hacer de este año, el mejor de todos los festejos. Celebrar como lo que somos, los triunfadores de la Revolución ¿Qué no?
Gracias…
Para columnas anteriores favor revisar: http://beckergarcia.blogspot.com
Pues apenas que en Obregon le pidamos asesoria al Nuevo Sonora del ITESCA, creo se llama Paulino, que como un experimentado academico si sabe de la Revolucion Mexicana, puesto que hasta ahora le hizo justicia.
ResponderEliminarEit, muy buena tu entrega de hoy.
ResponderEliminarP.S. Y sí, que viva Obregón y en cuanto pueda, además, iré a realizar una micción sobre la tumba del Robavacas.
-alx rmz