Palabras Mayores
Bécker García
¿Qué fue lo que realmente pasó en el vuelo 567 de Cancún a la Ciudad de México? Puedo entender muchas cosas, pero esta, se sale de todo contexto.
Un pastor cristiano, músico, cantante, ex adicto a las drogas y al alcohol, toma un avión y moviliza a un país.
Hay varias lecturas, dignas de insertar en la novela “El proceso” de Kafka.
Lo pequeño que se ha convertido el mundo: Una de las pasajeras dice que ni cuenta se dieron del secuestro, hasta que, ya estando el avión en tierra, un primo le llamó desde Atlanta para decirle que en México habían secuestrado un avión de pasajeros; ¡Somos nosotros¡, dijo.
Lo hilarante: En televisión, frente a las cámaras, el pastor, José Mar Flores Pereira, es entrevistado: ¿Quiénes son sus cómplices?... El padre, el hijo y el espíritu santo.
El supuesto motivo: Tenía que darle un mensaje al Presidente Felipe Calderón de que un gran terremoto de magnitud nunca vista, azotaría la Ciudad de México el próximo 16 de septiembre.
Lo peor del caso es que ya hay un ejército de creyentes de la absurda profecía.
Dicen, los que viajaron con él, que se movía de un lado a otro del avión, y hasta se hincó para ponerse a rezar y a recitar versículos de la Biblia.
Este pastor, que vive de dar conciertos y pláticas sobre Cristo, preparó bien sus quince minutos de fama. Cuatro latas de Jumex rellenas de tierra, cinta canela para unirlas y un marcador digital (al cual él llama “lucecitas”) fueron su supuesta bomba. Es decir, subió con ellas al avión sin que le detectaran nada a la hora de la revisión.
Una vez en el avión, habló con la tripulación y les ordenó que dieran siete vueltas a la Ciudad de México antes de aterrizar.
Me imagino que con los antecedentes de los rezos, las letanías y las profecías, hubieran sido suficientes para que las sobrecargos o el piloto, se hubiesen percatado que el tipo era un “chifladito”.
Si la psicosis post 11 de septiembre y el lío de las Torres Gemelas no existiera, de seguro lo hubieran sentado al final del avión y le hubiesen convencido de que, en cuanto aterrizaran les cumplirían sus peticiones: “Hasta en limosuina te llevaremos a Los Pinos para que alertes al Presidente”
Pero no, los de Aeromexico sobredimensionaron el problema y el Gobierno aprovechó la recta.
“Ni un disparo” dijo Felipe Calderón y se autoelogió; “Felicito al Gabinete de Seguridad”, del cual él es la cabeza.
Mientras que Aeromexico no supo manejar la crisis e hizo una tormenta en un vaso de agua, el Gobierno Federal aprovechó la misma y se autoquebró huevos con confeti. Somos muy fregones. Ni un disparo. ¿lo entienden?. Ni un disparo.
El horno no está para bollos y como lo dije aquí antes, cualquier cosa es aprovechada para vanagloriarnos, de algo que parece no tener ni píes ni cabeza.
Mientras; todos nos olvidamos de las intenciones del Gobierno de aumentarnos impuestos.
Dios Salve a nuestro país.
Amén
Gracias…
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