Palabras Mayores
Bécker García
Llegaron casi todos; empresarios, políticos, nuevos funcionarios, líderes de barrio y, sobre todo, gente que quería saludar a Manolo Barro de cerca.
El Oscar Russo Voguel se llenó muy rápido. Afuera y en el lobby, los que no estaban en las listas esperaron con ansias la manera de colarse; una televisión de plasma, fue la única opción posible.
Una mujer de mediana edad, buscaba tomarse la foto con Manolo Barro. La bola que avanzaba paso a paso detrás del Gobernador Padrés, la fue aventando hasta las filas de sillas y falló en el intento.
Poco antes de entrar, el Presidente saliente, Francisco Villanueva, llegó escoltado por sus principales colaboradores. Para ellos tampoco hubo un lugar asignado. Como el protocolo lo exige, solo el alcalde que sale y su Secretario, entregaron en el presidium los llamados libros blancos. Los otros, se refugiaron en el lobby.
Alguien, no supe su nombre, cantó el Himno Nacional con una asopranada voz. Para mi gusto, con tanta potencia en el timbre, hubiese sido mejor cantarlo sin micrófono.
Luego, los honores a la bandera de parte de la Escolta de Policía y Tránsito.
A la hora de entregar los libros blancos – donde se guardan los haberes del Ayuntamiento –, algo le dice Manolo a Villanueva y los tres, incluido Padrés, sueltan la risa.
Villanueva, como debe ser, le toma la protesta a los ediles entrantes, mientras los salientes son solamente espectadores. Manolo Barro grita sí protesto y abraza al Síndico Jorge Russo.
Si alguien me hubiese apostado, hubiera jurado que al oído le dijo: ¡la hicimos!
Manolo habla. Utiliza el mismo tono, el mismo ritmo, de cuando anduvo en campaña. Pidió, unión. Y también solicitó que todos los cajemenses, los que votaron y los que no votaron por él, le ayudaran a gobernar; “porque lo de él será un gobierno de cara a la gente”.
Aprovechó la recta. Levantó la mirada del papel donde traía escrito su discurso; lo dejó por un lado, limpió su garganta y soltó el sopetón. Aprovechando, le dijo a Padrés, su estancia aquí, quiero pedirle recursos para el Sur de Sonora… y corrigió en el acto; para Cajeme.
Sonrieron.
Manolo cierra su discurso con fuerza. Repite la unidad, la apertura, las necesidades están dadas para crecer y claro, por supuesto, el viva Cajeme con voz que retumba en el recinto.
Ahora, ahora va Guillermo Padrés. Manolo, disfrútalo, le dice, y a Manolo Barro parece que le va a estallar el pecho.
Reafirma su compromiso con Cajeme y dice que conoce a Manolo y a su labor social y que por eso sabe que les va a ir bien a los cajemenses.
La famosa civilidad política, donde deben de coexistir las distintas corrientes forma también parte del discurso del recientemente estrenado Gobernador.
Manolo – le contesta a la petición de apoyo –, no te equivocaste conmigo; tendrás todo mi apoyo y de seguro serás uno de los mejores alcaldes que ha tenido Cajeme.
Luego fueron los abrazos, los gritos, los aplausos y las vivas.
Mientras Manolo se queda un buen rato arriba del escenario y la gente se le arremolina para abrazarlo, Guillermo Padrés abandona el recinto. Dicen, irá también a Navojoa para atestiguar la cuarta toma de protesta del día. Antes de Cajeme, Hermosillo y Guaymas contaron con su presencia.
Manolo y su esposa bajan las escaleras rodeados de seguidores. Lo entrevista en la radio; lo apuran porque tendrá que ir a palacio para su primer sesión de cabildo donde tendrán que aprobar los nombramientos legales. Seguridad Pública, Tesorería, Contraloría y la misma Secretaría del Ayuntamiento.
En el lobby, junto a las escaleras, su padre don Manolo, con sus zetas y sus marcadas eses de español de pura cepa, lo abraza y le dice algo así como “esto apenas inicia”. El alcalde le da un beso en cada mejilla, mientras la gente aplaude.
Y corre, sale volando, porque en cabildo lo esperan y van tarde.
Al final, cuando el ruido y la polvareda se disipan, la mujer de la foto aparece sonriente:
- ¿lograste la foto?
- No - me contesta -, pero no importa, ya lo dijo “el Manolo”; tendrá las puertas de su oficina abiertas a todos los cajemenses y ahí lo voy a agarrar, aunque no ande tan guapo como con ese traje.
Gracias…
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