Palabras Mayores
Bécker García
Las guerras del futuro serán las del agua. Se dice que en el mundo, solamente el 1% del agua es potable y por eso, cada día se requiere de cuidar más la que tenemos.
Por eso me extrañó cuando leí una nota de prensa donde, José Luis Luege Tamargo, de la Comisión Nacional del Agua, marca un tiempo perentorio para que se decida el futuro del agua que habrá de aliviar la escasez de la misma en Hermosillo.
Un mes, dice, para que sea considerado en el presupuesto Federal del 2010 y del 2011.
Y agrega, creo con ligereza, que es necesario considerar tanto la opción de la Desaladora como la de llevar agua de la Presa del Novillo a la capital sonorense.
Este es un viejo dilema. Y como casi todo lo viejo, cargado de asegunes y de mañas.
Para quienes viven en la cuenca del Río Yaqui, quitarle agua a una de sus presas, la del Novillo, significa tanto como dejar de sembrar 10 mil hectáreas cada año.
Y dicen los que saben, que también sería un paliativo que quizá no resuelva el problema de fondo.
Y para ello, la historia.
Desde hace cosa de diez años, en el Valle del Yaqui no existen los famosos segundos cultivos. Antes, se sembraba dos veces al año, porque existía agua suficiente para hacerlo. Pero desde entonces no existe tal cantidad de agua, sobre todo para hacerlo de la llamada manera de inundación. Y es que entonces, agua pasaba por mi casa, y ya no pasa tanto de mi corazón.
Como el Valle es una región eminentemente agrícola, obvio es decir que con esto la derrama económica que provocan las cosechas, se ha visto mermada en un 50%.
Claro, hay algunas maneras de ahorrar agua y hacerla rendir. Sin embargo y hasta la fecha, no hay dinero suficiente que alcance para convertir los riegos a sistemas de ahorro como el goteo, o, abovedar o revestir canales que eviten evaporaciones y filtraciones.
Entonces uno podría pensar que, si se dieran las condiciones para hacerlo, primero tendrían que arreglar acá (en el Yaqui), para con los excedentes provocados por la enmienda, solucionar allá, es decir, en Hermosillo.
Ahora bien, los fenómenos climáticos que han provocado sequías y el aumento de presas para los afluentes del Yaqui, tanto en Estados Unidos con una presa al norte de Douglas, Arizona, como en Chihuahua en el caso del Papigóchic, hacen que nuestras presas tengan cada vez menos agua.
Siguiendo con la historia, ¿quién no recuerda que hace algunos pocos años, la presa Alvaro Obregón u Ovicachic, tenía tan poca agua que hubo de dragar un canal e instalar un sistema de bombeo para que la misma llegara al vertedor y de ahí a los canales principales? Entonces, ¿quién garantiza que la Presa del Novillo tendrá siempre agua suficiente para bombearla hasta Hermosillo?
Y si nos vamos a los fríos números, dicen los que saben, que hay dos dilemas. Es más caro construir un acueducto del Novillo hasta la capital sonorense, que construir una desaladora en Empalme.
Sin embargo, argumentan que la operación de la propia desaladora es más cara que el rebombeo desde el Novillo.
Sin duda estamos ante una encrucijada.
Y yo pienso, creo, que el problema del agua en Sonora debe de resolverse de manera integral.
Construir una desaladora que alimente a Empalme, Guaymas y Hermosillo, con un acueducto junto a la carretera que detone un crecimiento de un corredor poblacional o industrial, pero también modernizar las actividades de riego del Valle del Yaqui, modernizando su infraestructura y su cultura de riego.
Aunque, un mes para tomar una decisión, como lo dice la CNA, me parece sumamente apresurado.
Para consulta de columnas atrasadas, favor revisar http://beckergarcia.blogspot.com/
Gracias…
No hay comentarios:
Publicar un comentario