Palabras Mayores
Bécker García
"¿No será acaso que ésta vida moderna está teniendo más de moderna que de vida?
Mafalda
Yo la conocí por medio de un amigo que con el tiempo se ha convertido en mi hermano, Emilio Bórquez.
No recuerdo bien cuando fue la fecha exacta de cuando la puso en mis manos, pero, de verdad, quedé impactado con ella.
De pequeña estatura, calzaba zapatos de colegiala y por supuesto, como debe ser, con sus calcetas blancas. Además llevaba un vestido corto, a veces floreado, otras liso, que apenas y ocultaba sus regordetas piernas.
Si bien es cierto su cara era más del tipo común, su abultada melena era recogida con un gran moño que en ocasiones se perdía entre tanto cabello.
Ella amaba a lo Beatles y yo la amaba a ella.
Irreverente, profunda, inquisitoria, reflexiva, idealista y depresiva, me movía la conciencia cada vez que le daba la gana y, hasta la fecha, estallo de la risa con sus ocurrencias, tal y como debe de ocurrir con los grandes amores.
Mafalda, junto a Felipe, Susanita, Miguelito y Manolito, hicieron mi vida en un tiempo en que hablar con la verdad podía costarte muchas cosas.
Odiaba la sopa y veía a su madre como una especie de esclava doméstica con la cual peleaba por la insistencia de ella a servirle sopa, la cual odiaba.
Por su padre sentía una especie de conmiseración por su marcado conformismo.
Un hermano menor, pragmático y curioso, llamado Guille, completaban el cuadro de una familia clasemediera argentina.
Y es por estos días que me entero de primeros cuarenta y cinco años y me doy cuenta que la vida avanza casi sin sentirla.
En el laberinto de mis recuerdos, aún quedan algunas viñetas que no se me olvidan.
Llega Mafalda a su casa, silba avisando su llegada y mira alrededor; en la entrada está el recogedor y la escoba, en el pasillo un cesto de ropa y en la estufa cocinándose, la tradicional sopa. En el camino la madre le pregunta que si como le fue en la escuela y cuando ella llega hasta donde su progenitora está planchando ropa, ella le devuelve la cortesía; y a ti, “¿Cómo te va en este antro de rutina?”
Otra; El padre está leyendo el diario; llega Mafalda y le pregunta; Papá; “¿en las películas prohibidas para menores?...” hace una pausa, se le queda viendo y le dice… “deja, no importa, es algo demasiado fuerte para ti, mejor se lo preguntaré a cualquiera en la escuela”
La última: Mafalda ve la televisión y en un comercial de lavadoras, el locutor remata; “lavadoras blablabla, tan fácil de usar que hasta un niño puede hacerlo…” Mafalda se levanta frente al televisor y reclama; “¿O sea que para decir que hasta un señora idiota puede usar su máquina tienen que involucrar a los niños?”
Mafalda fue y es así. Su autor, Joaquín Salvador Lavado, alias Quino, la dibujó primero para incluirla en una publicidad de lavadoras que afortunadamente nunca se llevó a cabo.
Hace más de 20 años dejó de publicarla, porque dijo, el mundo solo le preguntaba por la niña que había crecido más que él. A lo mejor y el mundo le había quedado muy chico a Quino, para que cupieran los dos; al fin de cuentas, el artista es argentino.
Aunque así haya sido, Mafalda sigue viva entre los que, como ella, deseamos un mundo mejor para vivirlo y, seguimos peleando por él.
Gracias