viernes, 18 de diciembre de 2009

Life in the Fast lane...

Palabras mayores

Bécker García

Life in the fast lane / Surely make you lose your mind

The Eagles


Los periodistas solemos ser horrorosos. Escépticos por naturaleza, andamos siempre en busca de la verdad y a veces, cuando supuestamente la encontramos, corremos el riesgo de que ya no lo sea tanto ni tan cierta, porque este mundo que nos tocó en suerte y en tiempo por destino, cambia con la velocidad en que las noticias corren.

Viajaba de Hermosillo hacía Ciudad Obregón y de pronto en la carretera vi pasar patrullas a un lado mío con una prisa desmedida.

Demasiado nervio, pensé, para un miércoles por la noche, e imaginé que delante de los kilómetros me encontraría quizá un accidente grave y doloroso.

Nada pasó. Entonces, no sin cierta dolosa sorna, recapité: las patrullas quizá estarían ya en alguna posada de esas que están tan de moda en estos días.

Cuando llegué a mi destino, la radio informaba sobre la posibilidad de que el Sr. Arturo Beltrán Leyva hubiese sido capturado o muerto (así de crudo decían) en un operativo que la Armada de México había realizado en Cuernavaca.

Ah, me dije, era ese el nerviosismo patrulleril.

A pesar de que Sonora se encuentra a (por decir un número), dos mil kilómetros de distancia de la ciudad de la eterna primavera, la noticia había corrido desde allá hasta el centro mismo del chisme que movió varios tapetes.

Luego, cuando prendí la televisión, casi en vivo y a todo color, un reportero decía que, “justamente en el edificio que está a mis espaldas, se presupone que luego de un tiroteo murió Arturo Beltrán Leyva, “El Barbas”, líder la banda de los mismos apellidos”.

Y en la televisión se vio luego unas imágenes de un helicóptero que sobrevolaba el citado edificio de departamentos, a algunos soldados que arrastraban algo por la calle y, entre el caos, detenidos y espacios ocupados por quienes portaban armas de las llamadas largas y, supongo, de grueso calibre.

Luego la biografía del supuesto caído en el tiroteo, la entrevista telefónica con alguien de la marina quien explicaba que sí, que la fiesta en donde había sido detenido Ramón Ayala y sus Bravos del Norte (Dios, ¿qué hacían tan lejos en el sur?) días antes, fue la pista que con la “inteligencia” militar había llevado a ubicar a uno de los capos más buscados del narcotráfico mundial.

En el duermevela de la televisión encendida, soñé con tiros y allanamientos de un edificio que tendría que ser, por obvias razones, habitado no solo por narcos, sino también por gente exitosa y trabajadora que, a mi muy particular punto de vista, han de haber sentido que se juntaba el esfínter con la tierra. Según esto fueron cateados cada uno de las construcciones y en algunos casos tiraron las puertas a culatazos, concentraron a la totalidad en el gimnasio comunal y les requisaron los celulares, esos indispensables artificios de la modernidad.

Después y por la mañana, supe que el famoso capo vivía entre lujos, santos y miles de dólares que no le sirvieron de mucho a la hora de la hora. Además comprobé algo que ya sospechaba de antemano; los santos reales como San Judas Tadeo (el de los casos desesperados) o santos inventados como Malverde y la Santa Muerte, ya no son suficientes para “proteger” a estos barones de la droga, sino que ahora, la yoruba cubana y su santería, los escapularios chinos y las estampillas religiosas, son también suscritos a la fe de quienes viven en la línea rápida donde, en un volado de doblones de oro, se enfrentan a diario con la muerte.

Y de pronto la duda del periodista. Si es costumbre de estas personas cambiar su apariencia física mediante cirugías plásticas (recordar Amado Carrillo, muerto en una plancha de hospital de clínica reconstructiva) y poco es lo que se dejan fotografiar, ¿Cómo es que tan a lo “fast track”, las autoridades correspondientes dieron la noticia de la muerte de quien se autoproclamaba como el “Jefe de jefes”? ¿No sería acaso también, una suposición dictada en la vía rápida donde conviven los unos con los otros?

Horas más tarde, el anuncio de la realización de las pruebas de ADN para comprobar si el capo realmente es el capo y ahora hay que esperar a que, la noticia, sea verdaderamente la noticia.

Y lo repito: los periodistas somos escépticos; las noticias vuelan; los capos viven inversamente proporcional al mucho dinero que acumulan y lo que viene, en el reacomodo de fuerzas, puede ser terrible.

Para columnas anteriores favor revisar: http://beckergarcia.blogspot.com

Gracias…

Muchas gracias al Diario de Sonora, porque a partir del día de hoy me invitan a colaborar con mis Palabras Mayores…

2 comentarios:

  1. muy chingon tu comentario y tienes razon, los narcos viven en la linea rapida del tiempo y no disfrutan su lana

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  2. Vive rápido, muere joven y haz un hermoso cadáver, dijo James Dean.

    Yo prefiero hacer un cadáver espantoso.

    Saludos

    Álex Ramírez-Arballo

    P.S. No puedo mandar mensajes desde mi cuenta de google.

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