miércoles, 2 de marzo de 2016

Bienvenido Uber



Yo conocí el servicio Uber, por mis hijas.
Ellas viven en el D.F., y por tanto, utilizan mucho transporte público.

Una noche, sonó mi celular, era Renatta: “Papá, me urge que bajes la aplicación Uber, ingreses una tarjeta de crédito o débito y me mandes un Uber a tal y cual dirección”
Mi pregunta obligada fue; ¿Se puede?
Claro que se puede. Desde la lejana Sonora, yo puedo solicitar el servicio de Uber para mis hijas en el D.F., con cargo a mi tarjeta. Y en mi celular, la aplicación me dice dónde se encuentra el auto al momento de contactarlo, cuánto tiempo tardará en llegar a la dirección, la marca del mismo, las placas y el nombre del chófer.
Luego cuando llega a recoger a mis hijas, también desde mi celular, puedo ver el recorrido por las calles de la Ciudad de México, me avisa cuando están en su destino, me hace el cargo automático a mi tarjeta y todavía me pide que califique el servicio de 1 a 5 estrellas.
En ese momento les llamo a mis hijas y me dicen: “Muy amable el chófer, nos dio agua, nos dio a elegir la estación de radio de nuestra preferencia, nos prestó el cargador de su celular y nos ofreció un dulce”
Para los padres “preocupones”, como es el caso de quien esto escribe, el Uber es una maravilla.
Nada que ver con aquellos taxistas del D.F., en su mayoría tramposos y amañados, con sus taxis sucios y su música estridente.

Además uno sabe que, las policías de casi todo México, si te topas con el alcoholímetro, aún cuando hayas bebido moderadamente, corres el riesgo de un aparato también adulterado y al “Torito” (lugar de detención preventiva) por 36 horas, o, una mochada.

Claro que en todas las ciudades del mundo a donde ha entrado Uber, los taxistas han protestado por la “desleal” competencia.

Hace unos meses, tomé un taxi normal en la ciudad de San Diego. No pude hacerlo con Uber, porque me había quedado sin carga.
El chófer de taxi, un hombre como de 60 años, llegado a California a la edad de 10, era un michoacano de cepa pura; platicador, rudo, primario en sus razonamientos.
Le pregunté por Uber y me dijo que, era una competencia desleal y que en el Sindicato de taxistas ya estaban preparando defensas legales para sacarlos de las calles.
Yo le pregunté: ¿porqué no mejor desde el poderoso sindicato de taxistas, le copian la aplicación a Uber y hacían una propia?; total, ya tenían los ingredientes principales que son, autos y chóferes.
-       Ah no patrón – me dijo con ese tono como lo truenan en el meritito Sahuayo – con esas tarifas que cobran los Uber, no nos sale.

Uber viene a Hermosillo para quedarse. ¿Porqué? Pues porque los que ganarán con su entrada, serán los hermosillenses que tengan cualquier tarjeta de débito.
Mientras llega, los taxistas podrían hacer su propia aplicación y ganarles la tirada.
Eso sería lo más inteligente.
Digo


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