Algo está ocurriendo con nuestra sociedad.
Un hartazgo aparece, la mayoría de las veces con desilusión, en las conversaciones
de quienes se dicen asqueados de lo que cada día nos enteramos con mayor profusión.
De los políticos, tan prometedores a la
hora de pedir los votos y tan olvidadizos al momento de cumplir, la sociedad de
se encuentra harta.
Pero también dentro de la sociedad
civil se han desatado eventos vergonzantes, denunciados ahora mediante las
poderosas redes sociales que están rompiendo con el monopolio que anteriormente
detentaban exclusivamente los medios de comunicación. Ahora, la mayoría de las
veces y tratándose de escándalos, primero hacen su aparición en internet.
El caso del conductor de un Ferrari,
uno de cuyos guaruras golpeó a un ciudadano, supuestamente por un cerrón en el
Viaducto Tlalpan, en el D.F., le dio la vuelta al mundo debido a un vídeo
tomado por otro conductor.
Y resultó que, el señor del Ferrari, es una fichita a la cual se le seguían varios
procesos jurídicos pero que, “casualmente”, hasta antes del incidente
permanecían congelados en la Procuraduría de Morelos y del Distrito Federal.
¡Fíjate que suave!, si no hubiese
ordenado la madriza, éste señor seguiría tan campante por las calles, y como si
nada.
Acá en Sonora también pasan cosas y las
descubrimos también por redes sociales.
Sin embargo hay un hecho nacional que
se sale de un escándalo menores proporciones y raya en el cinismo por la
protección a 4 delincuentes, hijos de políticos y empresarios veracruzanos, a
quienes apodan Los Porkys.
Estos jóvenes que rondan los 20 años,
buscan a menores de edad, para secuestrarlas y violarlas.
Según el recuento, en Veracruz viene
pasando esto desde hace ya varios años (aunque no siempre son los mismos
integrantes) y muchas de las veces matan a sus víctimas.
Operan como una banda de delincuentes a
los que no les interesa el tráfico de drogas, si no nada más “divertirse”
ultrajando a jovencitas., porque al final de cuentas, dinero les sobra y
protección la obtienen por medio de sus padres.
Pero, detrás de cada historia, existen
autoridades que dejan pasar las cosas. La justicia que no avanza, permite que
pasen cosas como estas.
Hoy, cuatro de estos jóvenes, a pesar
de estar confesos de la violación de una niña de 17 (y se sospecha de la muerte
de otra de 16), están a punto de quedar libres, por las influencias de sus
padres y los oficios de abogados caros.
La pregunta es, si los padres los
salvan una vez, ¿Qué sigue en su concepción del mundo?
Sin ser moralistas, creo que cada uno
de nosotros, en nuestro entorno, debe de poner su granito de arena y buscar,
que la justicia se respete y entonces, empecemos a respetarla en las cosas
nimias, para exigir que la probidad comunal, sea cuestión de todos los días
Digo
este articulo me da asco, no divertido, no interesante, solo asco por hablar de una muy triste realidad
ResponderEliminar