Yo le dije: pues podríamos mejor haber
comprado en Cócorit, a lo cual me respondió: “ahí, ni gasolinera hay”. Y era
verdad, en lo que antes fue la cabecera municipal, había una bomba expendedora
de combustible que con el tiempo cerraron, y si acaso el pueblo era memorable
por la feria de San Juan y por los bailes en la plaza, pero hasta ahí.
En ese entonces, los terrenos de
Esperanza eran muy baratos, pero los de Cócorit lo eran aún más.
Muchos de los habitantes originales, se
mudaron a la ciudad por cuestiones de escuelas de los hijos, o por la comodidad
de los servicios o porque, recordemos, en ese entonces solamente existía una
calle pavimentada, la principal, que
daba vuelta alrededor de la plaza. Creo que un canal cruzaba algunas calles,
con lo cual los mosquitos prácticamente te comían.
En el año 2010 busqué la manera de
comprar una casa en Cócorit. En ese tiempo, algunos pocos habitantes de Ciudad
Obregón había adquirido viejas casonas, y se escuchaba desde entonces que
pronto se convertiría en Pueblo Mágico.
Entonces y a pesar de no tener aún la
categoría, los habitantes del pueblo creyeron a píe juntillas que así sería y,
por lo pronto, los precios de las casas y los terrenos se fueron por las nubes.
En ocasiones (y aún ahora), las transacciones eran más caras por metro cuadrado
que lo que sería adquirirlas en una de las colonias popoff de Ciudad Obregón.
En lo personal me tocó estar cerca de dos
casas que quise comprar, sin suerte, allá por el año 2010. Una de ellas,
primero la vendían en 1 millón y medio de pesos y la terminaron vendiendo en el
triple a alguien cuya familia había residido ahí a mediados del siglo XX, y la
otra, me la ganaron porque me faltaban unos cuantos miles de pesos que el banco
no quiso prestarme, por carecer las calles de pavimento y sus reglas
hipotecarías lo impedían.
En mi búsqueda, me topé con casos muy
curiosos: En un terreno de 20 x 50 metros, había un cuartito a medio construir,
y al llamar a su habitante (no tenía puerta, sino una cortina de tela que hacía
las veces de), un tipo que a todas luces se veía prófugo de la talacha y el
jabón, me dijo que quería un millón de pesos. Al preguntarle porqué esa
cantidad, si el barrio era tenebroso y olvidado de los servicios públicos, me
dijo que habían tomado esa decisión porque eran 10 hermanos y cada uno quería
100 mil pesos. Bendito Dios que no fueron 15, le dije, porque menos lo van a
vender.
En la colonia el Zapatito, una señora
planeaba vender justo después de divorciarse del marido: “Por favor no le vaya
a decir nada, porque él aún no lo sabe”, me dijo. Entonces se puso a sacar
cuentas alegres, no de lo que realmente valía su propiedad, sino de lo que
necesitaba hacer con ese dinero para reconstruir su vida, incluida casa nueva
en Obregón, un negocio de belleza y otro de comida.
-
No pues- le dije – usted
quiere vender mucho más caro de lo que realmente vale su casa
-
No – me respondió – si ya
pronto va a ser Pueblo Mágico y va a valer una fortuna, aprovecheeeeee!!!
Cuando fui Director de Cultura me avoqué
a buscar la manera de que eso sucediera; que se convirtiera Cócorit en Pueblo
Mágico. Un funcionario de la Secretaría de Turismo, me mostró los requisitos:
El pueblo no tenía un hotel de ninguna estrella, no tenía restaurantes, las
calles no cumplían los requisitos de adoquín, no había un aeropuerto a máximo
15 km de distancia y no recuerdo cuantas trabas más.
Además de eso, creo fue en el 2013 ó
2014, cuando se suspendieron los nombramientos de Pueblo Mágico, porque, las
inversiones federales que se llevan esos pueblos como tales, ascienden a muchos
miles de millones de pesos, en apoyos, infraestructura, promoción, servicios y
demás, que los convierten en sitios turísticos donde acude mucha gente, pero el
Gobierno federal quería ahorrarse esos pesos.
Hoy, volvieron a implementar el programa.
Hay más de mil pueblos solicitando serlo. La semana pasada, Guaymas se sumó a
los intentos; Cananea, cuna de la revolución, está muy adelantada para
lograrlo.
En todos y cada uno de los mil pueblos,
existen personas luchando codo a codo con las autoridades para lograrlo. Se
hacen inversiones, se remoza la infraestructura urbana y se buscan recursos
para darle una manota de tigre a las poblaciones, sabiendo que, de lograrlo, el
caudal de inversiones federales se multiplicará, junto con las oportunidades.
Ah, pero en Cócorit las cosas no suceden
de esa manera. Existe un grupo, que se opone a que la Plaza sea remozada,
porque en el proyecto tirarían una escuela, misma que está justamente frente a
otra, y la iniciativa privada está construyendo otra en una colonia donde es
más necesaria, además, con muchas más ventajas para alumnos y maestros.
Ese es el pretexto que algunos pocos (muy
pocos), mal informando a la sociedad, argumentando cuestiones xenofóbicas
(ellos no nacieron aquí), utilizando a l@s niñ@s como escudo y pretexto (mismos
que pronto deberán emigrar a otros lugares porque hoy por hoy, en Cócorit no
existen oportunidades de educación de preparatoria hacía arriba y mucho menos
empleo) y se autonombran “El Pueblo” y dicen que Pueblo manda.
En la semana, en unos cuantos de sus automóviles
aparecieron con la leyenda de “Cócorit no se vende” y tienen razón, las
propiedades solo las venden quienes así lo quieran, a buen precio pero, sin
avances sustanciales en infraestructura, ni quien quiera comprarles.
Pensemos: ¿a quién le interesa que
Cócorit no progrese y porqué causas? ¿Querrán entonces que como antes, quiten
el pavimento de sus calles y esperemos a que a alguien se le ocurra, algún día,
poner una horrorosa maquiladora para que los jóvenes tengan empleo? ¿o cómo?
Increíble el pensamiento retrógrado del
caso de unos cuantos que cubren muy bien oscuros intereses.
Gracias
Mi querido Becker...te leo y me remonto a mi historia y la de mi familia en ese mi Cócorit lindo. Yo también intenté comprar ese lugar, donde los dueños eran muchos hermanos y estaba intestado...afortunadamente, gente consciente y bienintencionada nos llamó para adquirir la casa que ahora tenemos a un precio para mortales...porque sabemos que no somos, ni seremos inmortales, menos dioses... (yo sí)... Amo ese lugar, me encanta su gente y sus almas peleoneras, todo se vuelve un desajuste cuando los apegos salen a relucir y los tomamos como verdades absolutas...es imposible detener un río...Ni Padrés pudo y puso un represo!!! La vida sigue su curso sin preguntar a nadie, sin pedir opinión y es de alto honor, como estamos siendo testigos del desarrollo de un pueblo. Me gusta tu nota ¿Me la prestas? Abrazos...vecino...jajajajaja. Atte. Conchita García
ResponderEliminarQuerida hermosa: te presto todo lo que gustes si me cantas una canción. Besos vecina
ResponderEliminar