Con respecto a la calificación que la ONU, con el apoyo de
SEDATU e INFONAVIT nos otorgó, lo publiqué en mis redes sociales y omaiga, casi
me linchan.
Escribo aquí, un texto de respuesta ante una amiga (una de
much@s) que no creyó que Cajeme se mereciera el nombramiento de ciudad próspera
entre municipios de menos de 500 mil habitantes.
Expongo, desde mi experiencia, lo que me toca vivir.
La realidad de nuestro entorno me alcanza y me apabulla.
Dos de mis hijas que, después de estudiar su carrera
profesional fuera de Sonora, le hicieron la lucha dos años aquí en Cajeme, pero
al final regresaron a CDMX ante la falta de oportunidades (una chef, la otra
artista plástica), y, la tercera, a punto está de emigrar a otra ciudad con
mayores oídos para sus proyectos, y con ello, me pegan directamente en el
hocico, machín y dolorosamente.
Y le cuento una historia: Un amigo, creo el mejor músico
que haya parido Cajeme, un tipo que tocó en Tijuana, el DF, Estados Unidos y
que un día, en una decepción amorosa tomó un avión a Europa y así, como en las
películas, pidió boleto a donde fuese (con tal de alejarse de la mujer que lo
abandonó a su suerte) y, el día que llegó a Alemania, con su instrumento y una
maletita con solamente lo indispensable de ropa, sin saber el idioma y debido a
que alguien lo escuchó tocar en la calle, lo contrató esa misma noche para
integrar una banda (lo confundían con Kalé, gitano) y debido a su innegable
talento, no dejó de hacerlo un solo día durante los meses que por allá estuvo.
Pues resulta que mi amigo el virtuoso, al morir su padre, se muda a Ciudad
Obregón para poner orden en la casa y entiendo algo de la herencia, y trató,
vaya que trató, de seguir viviendo aquí,
de su música. Obviamente, en Cajeme un músico de su grandeza no cupo. Ya se
fue, ya no está aquí y ante esta nota, me escribió las más amargas letras
recriminatorias a la falta de oportunidades. Pues sí, tiene razón, pero también
un astronauta se moriría de hambre (y tristeza porque al final de cuentas,
mayoritariamente, a lo que nos dedicamos es una vocación, elegida o no, pero
una vocación), porque no es aquí donde existen las condiciones para ejercer su
vocación.
¿Qué tenemos Baches? Pufff, llenas las ciudades de todo el
mundo de hoyancos, salvo las capitales y ciudades principales que todo acaparan
en nombre del turismo.
¿Malos servicios? Me encantaría te subieras a un tren
húngaro, cotorro, jocoso y permisible (fumamos y nos emborrachamos en la cocina
dos "meseros" y un servidor, ante el reclamo de los otros pasajeros
europeos que no aguantaban el olor a tabaco y nuestras risas en tres idiomas
distintos), pero apestoso, lento, sucio y lo que le sigue, muy lejos de aquellos
trenes de primer mundo que viajan a 250 km por hora y pues, imaginen el
servicio.
¿Violencia?: Detroit, la ciudad de los automóviles, tiene
colonias enteras abandonadas, sus casas quemadas y sus bienes materiales
canjeables (cobre, aluminio, madera) robado, y, además, existen lugares, donde
ni la policía entra (y estoy hablando de policía de primer mundo, con todos los
aditamentos tecnológicos para reprimir, conste).
Cajeme, ¿está jodido? Pues sí, ¿qué tanto? Pues ahí lo dice
la ONU, que de entre ciudades medianas (menores de 500 mil habitantes, no la
comparen ni con Hermosillo, Guadalajara o Monterrey), somos prósperos y yo,
ante mi dolor y abandono, ante el esfuerzo de no educar a mis hijas para que
fueran expulsadas de la ciudad que aman y que amo, sino que, si marchaban de
aquí, fuese por decisión propia, buscando donde se sintiesen plenas como lo
están haciendo, y entonces debo de pensar con la lógica y alejarme de la
inquina del sentimiento que obnubila y preguntarme, ¿Qué chingados gana la ONU,
INFONAVIT y SEDATU con otorgarnos dicho reconocimiento? Y no, no me dan los
razonamientos comprensibles. Por eso ruego, si alguien tiene algún argumento
alejado de la queja facilota de baches e inseguridad, de malos gobernantes y
caciques que todo acaparan, para decirme qué ganan esas entidades, al elegirnos
como prósperos en competencia con muchas otras de iguales características y
solo entonces, si me dan los argumentos, dejaré de defender el calificativo, el
cual, entiendan, es tan poderoso que puede atraer mejores opciones para
nosotros, los jodidos cajemenses y para nuestros hijos. Es, por decirlo de
alguna manera, como una carta de presentación que debemos explotar y presumir
pero que muchos prefieren ripiarla con manteca de caca.
Y resulta, que un doctor que conduce un Mercedez, un
empresario que tiene cientos de empleados, un político que dice estaríamos
mejor con López noseque, y un ejército de cajemenses “progres”, se me echaron
encima y me dicen, que me dieron dinero para repetir tal barbaridad. ¿Quién me
dio el dinero, la ONU? Ah caray, que importante me creen que soy.
Lo más triste es que, repetimos como merolicos lo que está
mal y no hacemos más que eso, divulgarlo, presumir en contrasentido nuestras
desgracias y seguimos lamiendo las heridas, supurando dolores heredados y
añorando glorias pasadas mientras avanzamos en una espeluznante mediocridad.
Cócorit Mágico, con sus oponentes a rajatabla, es todo un
caso de ello. Y pienso entonces que, quizá, solo quizá, esto es lo que nos
merecemos, ¿no?
Aunque para mí, y vuelvo a citar a Serrat a ver si nos
entra en la cabeza: “Sería todo un detalle, todo un síntoma de urbanidad, que
no perdiesen siempre los mismos y que heredasen los desheredados”
Empiezan los descalificativos en contra
en 3, 2, 1…