Pensé
en escribir sobre Donald Trump y la gran posibilidad de que sea nominado a
candidato Republicano a la Presidencia de Estados Unidos.
Leí
varias de sus declaraciones (las cuales casi me provocan vómito) facilotas,
hechas para ganar el voto del odio, analicé algunas circunstancias en torno a
su candidatura y llegué a la conclusión que, no vale la pena gastar tinta, ni
las pocas neuronas que me quedan en un ser… tan despreciable.
En eso
estaba cuando a mi casa llegó, proveniente de la escuela, mi nieto prematuro
Bécker Andrés Almeida García.
Si
pudiera describir como venía, lo haría con gusto, pero es inenarrable su carita
encendida, sus ojos fulgurantes y la expresión corporal de un gnomo
encabritado.
“Abuelo,
me dijo, en mi escuela todos son feministas” y soltó el llanto.
Desde
su nacimiento, he observado el carácter de mi nieto con mucha atención: Tranquilo,
taciturno, estudioso promedio, artista plástico en escultura, contumaz lector,
ocurrente y muy, pero mucho muy, obediente (sacó al otro abuelo, obvio).
Hace
una semana le avisaron en su escuela, que había sido elegido entre los niños de
sexto grado, para concursar y tratar de ser el representante de la misma, como
niñ@ diputad@.
Hizo
un discurso sobre redes sociales y educación (o algo así), lo corrigió varias
veces con la vigilante mirada de Renée Angélica su madre, y se preparó para la
competencia.
Ayer,
enfermó del oído y aún así fue a clase. Luego, ese mismo día, llamaron de su
escuela, porque se sentía mal. Su madre fue presurosa por él, pero, la maestra
le informó que el niño no quería perderse el concurso y prefería quedarse.
Madres, me pregunté yo, ¿y si nos llega a salir con que quiere ser como Peña
Nieto cuando esté grande? Bueno, me respondí; Bécker Andrés lee más de 20
libros al año, entonces no puede aspirar a ser como nuestro presidente y me
calmé.
Para cuando
paró de llorar, luego de hablar por teléfono como una hora con su padre, más
tranquilo, me explicó su concepción de feminismo: “Éramos tres niños contra
tres niñas… Tod@s hicimos nuestro mejor esfuerzo con el discurso… nos fue bien…
pero a la hora votar, los de secundaria, que eran quienes tenía derecho a
emitir el voto, no nos dieron uno sólo… ni uno sólo abuelo… ¿Cómo puede ser posible
que sean tan feministas?
Yo le
expliqué que eso del feminismo está como de moda, y es como un pago que le
debemos a las mujeres mexicanas, luego de muchos años de excluirlas de la
política: “ni siquiera las dejaban votar”, le dije. Pero se cometió un error,
para mi punto de vista. Y se lo traté de explicar: “Si la equidad de género
exige que en política, exista un 50% de oportunidades para cada sexo, entonces
en los partidos, deberían de existir igual cantidad de afiliados hombres y
mujeres y participar igual. Pero no es así, por cada mujer que aspira a un
puesto de elección popular, existen 10 hombres con las mismas intenciones y
participación”
Bécker
Andrés nos miraba con los ojos abiertos y muy pensativo, y más se quedó cuando
su madre le dio un consejo: “En estos tiempos que estamos viviendo y los que
vas a vivir, ser mujer es una ventaja: así que mi niño, si quieres hacer algo y
competir contra mujeres, tienes que esforzarte el triple, porque a las mujeres
antes, en política las hicieron batallar diez veces más, y aparte, somos más
truchas”
Entonces
abrió sus ojos de esmeralda, suavizó su rostro y asintió con la cabeza. Como si
de pronto hubiese entendido, algo que todavía yo no entiendo. A las mujeres.