lunes, 21 de septiembre de 2015

De Terremoto a torrencial lluvia



“Entonces llovió. Y el cielo fue una sustancia gelatinosa y gris que aleteó a una cuarta de nuestras cabezas”
Isabel viendo llover en Macondo/García Márquez



Me había levantado temprano, en mi pequeño departamento de la Ciudad de Mexicali. 
Quería llegar temprano a la oficina, para hacerle una llamada a mi hermana Maru, por su cumpleaños.

Revisé la cuna de mi hija Renée, y al verla dormida prendí la televisión en volumen bajo, porque tampoco era cosa de despertar a mi esposa, Alma, que como reloj suizo despertaba cada tres horas para alimentar a nuestra primera bebé.

19 de septiembre de 1985, 7:19, tiempo de la Ciudad de México, cuando en la televisión, la conductora, Lourdes Guerrero, comentó, con una fingida calma, que estaba temblando. Se abrió la toma y vimos las lámparas del techo en un vaivén de mal fario. Luego, la imagen se fue a negro.

Cuando salí a trabajar,  encendí la radio y no sé como lo habían hecho, pero se escuchaba la voz cortada de Jacobo Zabludowsky, narrando la magnitud de la desgracia.

Hice un recuento general de mi familia defeña, y traté de comunicarme con ellos. Fue, y durante varios días, imposible.

Mediante el teletipo del banco donde trabajaba, Karlita, ayudaba cuanto podía a encontrar información de parientes, hermanos, hijos, tíos, padres, sobrinos.

Luego poco a poco se normalizaron las cosas, si acaso se le puede decir normal a ver mediante las restablecidas imágenes de televisión, a una ciudad arrasada.

Lo recuerdo perfectamente: el pueblo solidario, con cualquier instrumento adecuado, buscaba gente entre los escombros, mientras nuestro anodino presidente Miguel de la Madrid, declaraba a los otros países que no necesitábamos la ayuda internacional.

Un terremoto de 8.1 en la escala de Richter, provoca sin duda una catástrofe.
Sin embargo, yo siento que detrás de la negativa de De la Madrid, hubo un intento de esconder la corrupción de construcciones mal hechas, de edificios en ruinas por falta de mantenimiento, debido a aquel famoso populismo de las “rentas congeladas”, que ignoraban inflación acumulada y por un departamento, los vecinos pagaban cantidades ridículas. Ante esto, los dueños dejaron de meterle dinero y vino el deterioro.

Muchos sonorenses murieron entonces y otros tuvieron historias de espanto.

Desde el jueves por la noche, llueve en casi todo el estado de Sonora.

Como nos consideramos un área desértica, pensamos que la lluvia suele ser poca.
El agua suele comportarse, impredecible. Durante muchos años, ciclones, trombas inesperadas y chubascos han causado calamitosas destrucciones.

Y seguimos, esperanzados a que no llueva mucho, que no haga mucho viento y que podamos resistir, rezando también a nuestros dioses, para que a la agricultura no se la cargue el diablo.

Ahora que se renuevan las autoridades, y luego de haber visto los 6 años del gobierno anterior, creo que, debemos de estar muy pendientes para construir, las poblaciones del futuro, para no tener que lamentarnos.

Si los niños no acudieron a la escuela porque éstas están para llorar, algo nos debe de preocupar y mucho.

Aprendamos de aquel 19 de septiembre de hace 30 años y evitemos algo parecido



Gracias


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