Tengo entendido que, un no seguidor de
Cristo, Pablo de Tarso, fue el verdadero constructor de la iglesia católica.
Pablo era un recaudador de impuestos y
cuenta la historia que un día, Dios lo tiró del caballo y le preguntó; ¿porqué
me persigues? Fue entonces que Pablo se convirtió al cristianismo e inició con
una catequesis más allá de los movimientos que los “Pedristas” (Seguidores de
Pedro) realizaban en Roma. Se convirtió, pues, en el primer misionero
evangelizador de la Iglesia de Cristo.
Pablo, en varias cartas a los Corintios y
también a su escudero, Timoteo, les conminaba a permanecer célibes como él,
pero si no podían, entonces que se casaran: “Mi deseo sería que
todos los hombres fueran como yo; mas cada cual tiene de Dios su gracia
particular: unos de una manera, otros de otra.
No obstante, digo a los célibes y a
las viudas: Bien les está quedarse como yo.
Pero si no pueden contenerse, que se
casen; mejor es casarse que abrasarse.”
Yo creo entender, creo, no me consta, que
el hecho del celibato en la Iglesia católica mucho tiene que ver con la fuerza
necesaria inherente, también, a los bienes terrenales que ayudan mucho a
expandir sus dominios y llevar las enseñanzas de Cristo.
Me explico. Imaginemos a los Papas
teniendo descendencia y, a la hora de morir, sus hijos, viuda y demás,
peleándose la herencia y dejando las arcas vacías. Seguramente el Vaticano, no
contaría con las increíbles obras que van desde Miguel Ángel a Bernini, pasando
por cientos de artistas que construyeron una hermosa iglesia, pero también, con
un patrimonio inmenso que ayuda, siempre ayuda. Ojalá no me excomulguen.
Claro que en el celibato la Iglesia
argumenta también el compromiso total de quienes abrazan la vocación, sin
contar con ello con distractores que puedan inferir en las decisiones
espirituales de guías y consejeros.
Esté bien o esté mal, son decisiones de
la Iglesia que nosotros, los integrantes de la misma, en ocasiones no
alcanzamos a comprender y menos, a permanecer en continencia y por lo mismo,
elegimos el matrimonio que es también, un sacramento.
¿Qué existen muchos sacerdotes que viven
una vida marital? Pues sí, pero ese es un problema interno que algún día la
Iglesia debe de afrontar y enfrentar, porque, la doble vida genera antipatías y
rechazos, que logran, hoy por hoy, que los “hermanos separados” estén creciendo
en su feligresía emigrante del catolicísimo. Eso es inobjetable e inocultable.
El Sacerdote Tomás Herrera Seco, en una
entrevista a Proyecto Puente, se asumió como travieso, practicante del sexo sin
distinción de género y mostró un condón que siempre trae en su cartera “por lo
que se ofrezca”. Suato que no fuera.
El Sacerdote Luis Alonso Cóbacame,
vocero de la Arquidiócesis de Hermosillo, le contestó en una carta abierta
diciéndole que lo había admirado de adolescente pero que ya no, y él sabía la
causa, y remató: “ojalá todos aquellos chicos pudieran decirlo como yo”. Luego
es contundente y le dice: “payaso y niña sedienta”.
Conocí a ambos, en el transcurso en que
estuve al frente de Telemax y después, tuve un intercambio con Herrera vía
redes sociales, cuando, como asesor de Guillermo Padrés en comunicación,
aseguró que el Acueducto Independencia era necesario, sin pensar que, dividía al
estado en “merecedores”, los de Hermosillo, y “jodidos”, los del Valle del
Yaqui.
Ambos, ¿eh?, ambos son protagónicos más
allá de lo que la prudencia eclesiástica sería, para mí, permitida.
Cóbacame es intolerante, artero,
golpeador, mediático y utiliza su influencia como vocero para imponer su
“verdad”.
Herrera Seco es un protagónico
“iluminado” que dirá cualquier cosa con tal de aparecer en los medios y tener
sus cinco minutos de fama.
Herrera hizo mal al asumir una posición
particular contraria a la Iglesia católica, y que nos ofende a quienes
procesamos esa religión y lo que es peor, nos aleja.
Empero, Cóbacame le echó más fuego a la
lumbre, al declarar cuestiones que nos abren la imaginación a suposiciones que
van desde la pederastia (ojalá los chicos…) hasta una homosexualidad (niña
sedienta) que, en caso de ser así, la jerarquía católica, de la cual él forma
parte, conocía.
Que pena por mi Iglesia. De verdad,
cuanta pena.
Gracias
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Quiero comentarte, Becker, que escuché con mucho respeto y atención la entrevista del Sacerdote Herrera, en Proyecto Puente. Sin juzgarlo, no soy nadie para hacerlo, le pido a él, de todo corazón, que se retire de la actividad sacerdotal, que cuelgue los hábitos, pues sus argumentos son la prueba que se equivocó de vocación y aun cuando es de humanos equivocarse, debe reconocer que su vocación no es el sacerdocio, en lugar de tratar de justificar su(s) pecado(s). La religión católica tiene sus fundamentos, sus normas, sus principios y sus compromisos y el celibato es uno de ellos. Yo creo que la posición del Sacerdote Herrera, en la entrevista, estuvo bien porque evidenció que su vocación es otra y da pie para que las autoridades religiosas procedan a lo conducente y la Iglesia se vaya cribando. Cuando una vocación se ha perdido o pasado el tiempo, la persona se da cuenta de que no es lo suyo, NO puede, NO debe, NO es ético dañar, en este caso, el entorno religioso ni social en el que se desempeña, lo aconsejable es retirarse para desarrollar otra actividad con la que probablemente se sienta más identificada. La posición del Sacerdote Herrera nos entristece mucho a quienes somos católicos, pero no nos aleja de nuestra religión ya que, aún cuando nos daña enormemente, nuestra FE en Dios es más fuerte. Sin juzgarlo pues, ojalá el Sacerdote Herrera comprenda y considere está mi petición y ruego a Dios que le ayude a encontrar su verdadera vocación.
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