lunes, 22 de mayo de 2017

El idiota valiente socialité



Roberto Romero López, tuvo un cambio importante en su vida, a partir del año 2009.
En el inicio de campaña para la gubernatura, el equipo de Guillermo Padrés sabía lo dificultoso que sería remontar casi una veintena de puntos, que al inicio de la misma, le llevaba el candidato del PRI, Alfonso Elías.
Pero ocurrió lo que en ocasiones sucede con las campaña “ganadoras” con tan amplio margen; los participantes en los equipos, suelen pelear más por acomodarse en el futuro que en conservar los votos. Eso lo detectaron los azules, y entonces buscaron fisuras en el equipo tricolor, gente inconforme dentro de la estructura y les hicieron guiños: algunos cayeron.
Me lo dijo Roberto Romero López en lo corto, y me lo confirmó en la radio, ya siendo funcionario con Guillermo Padrés, sobre el poderoso Secretario Técnico en el Gobierno de Eduardo Bours. “Quien nos ayudó mucho, y sigue haciéndolo, es Juan Carlos Lam”.
Yo abrí los ojos ante tal declaración y al observar mi cara de asombro, me lo confirmó al aire, “y lo sigue haciendo”. Yo no lo podía creer.
Luego entendí que Roberto Romero López normalmente hablaba presumiéndose y asumiéndose como un gran operador político. Él mismo fue quien filtró una serie de nombres de ex funcionarios del PRI del 2003 al 2009, con los cuales hizo un convenio de no agresión y pensó, siempre, que ese mismo convenio lo podría aplicar para su persona al momento de terminar el sexenio y en caso de no resultar ganador.
Tuvo para Cajeme un odio profundo, ya que aquí, operadores de Manolo Barro no lo dejaron apoderarse de la conducción de la campaña municipal, porque ellos, los operadores, vieron una serie de inconsistencias y caprichos dentro de la campaña estatal y que deseaban replicar en lo local. Con su ego dañado, buscó venganza y, durante los tres años del cajemense, Romero López le habló al oído a su jefe y amigo Padrés, y así nos fue a los cajemenses. Ya no digo de los siguientes tres, porque ya conocemos la historia.
Porque no, no se equivoquen, a pesar de que fue en Cajeme donde los números de Padrés le resultaron favorables, ya que obtuvo una ventaja de 8 mil 145 votos, mientras que en Hermosillo, apenas sacó una ventaja de 996 votos, pero eso no le importó a los azules y nos dieron con todo.
Al llegar al poder, su poder, el de Romero, aumentó en un mil porciento, porque le compraron aquella idea de que todo lo podía lograr, aplicando las mismas estrategias de cooptar gente, porque al final, decía, todo mundo tiene un precio. Pero se equivocó, como se equivocó en el 2012, al imponer candidatos para los puestos de elección popular que le eran afines, más que representaran una carta ganadora para que su amigo, el Gobernador Padrés, gobernara sus últimos tres años como lo indica el librito, con un Congreso a modo y con una contundente mayoría en los municipios.
Me tomé un café con él, en una de las primeras giras (de las pocas veces que vino) del Gobernador Padrés, para preguntarle quien había dado la orden para quitarme un medio de comunicación electrónico que tenía en sociedad con alguien a quien creí mi amigo, y negó que así fuera. Al contrario, me ofreció trabajar para ellos y me presumió que en ese momento, el Gobernador traía una calificación superior a al 9 según las encuestas. Me pareció fantasioso y desconectado de la realidad y me pregunté, cómo fue posible que tipos así, junto a los Morales y Alcaraz, hayan siquiera organizado una campaña electoral, y además triunfar.
Luego vinieron pruebas de su perdición en el laberinto de la soberbia genial (de cuando ya se creen genios) y hay pruebas de ello, como el monumento al tubo, autorizado por él; la grabación de San Luís regañando a los panistas (filtrada a la prensa nacional y de donde se ganó el mote impuesto por Brozo de “El idiota valiente”) y asegurarle a su amiga Eloísa Flores que en la campaña del 2012 a la alcaldía de Cajeme, la ganaba por 20 puntos porcentuales. Perdido el chamaco.
En medio de las agresiones más bestiales contra Cajeme, su esposa me invitó a comer un día, asegurando que tenía algo importante que decirme y me ganó la curiosidad.
Una señora muy agradable, entiendo que de sociedad en Navojoa, y también entendí que eso, le daba cierto status a Romero, ahora que lo tenía todo, y solo le faltaba eso, ser socialité.
Ella solamente me comentó que quería ser alcaldesa de Navojoa, después de una larga charla sobre su vida y  la de un hijo con problemas de salud. Luego, alguien le llamó, conversó un rato con esa persona y argumentó un problema en su casa y debería de regresar de inmediato. Nos despedimos y quedamos en continuar la plática en otra ocasión. Nunca más volví a saber de ella hasta que, ya perdida la gubernatura por el PAN, me los encontré en un restaurante de Álamos, bebiendo un vino que solamente había visto yo en las revistas gourmet. Pero ese día,  me quedé con el presentimiento de que, cuando “alguien” se enteró de nuestra comida, le ordenó suspenderla.
Hoy, su marido y ella, están detenidos. Supongo que lo “genial” y lo socialité del idiota valiente, se fue al carajo.





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