Roberto Romero López, tuvo un cambio
importante en su vida, a partir del año 2009.
En el inicio de campaña para la
gubernatura, el equipo de Guillermo Padrés sabía lo dificultoso que sería
remontar casi una veintena de puntos, que al inicio de la misma, le llevaba el
candidato del PRI, Alfonso Elías.
Pero ocurrió lo que en ocasiones sucede
con las campaña “ganadoras” con tan amplio margen; los participantes en los
equipos, suelen pelear más por acomodarse en el futuro que en conservar los
votos. Eso lo detectaron los azules, y entonces buscaron fisuras en el equipo
tricolor, gente inconforme dentro de la estructura y les hicieron guiños:
algunos cayeron.
Me lo dijo Roberto Romero López en lo
corto, y me lo confirmó en la radio, ya siendo funcionario con Guillermo
Padrés, sobre el poderoso Secretario Técnico en el Gobierno de Eduardo Bours.
“Quien nos ayudó mucho, y sigue haciéndolo, es Juan Carlos Lam”.
Yo abrí los ojos ante tal declaración y
al observar mi cara de asombro, me lo confirmó al aire, “y lo sigue haciendo”.
Yo no lo podía creer.
Luego entendí que Roberto Romero López
normalmente hablaba presumiéndose y asumiéndose como un gran operador político.
Él mismo fue quien filtró una serie de nombres de ex funcionarios del PRI del
2003 al 2009, con los cuales hizo un convenio de no agresión y pensó, siempre,
que ese mismo convenio lo podría aplicar para su persona al momento de terminar
el sexenio y en caso de no resultar ganador.
Tuvo para Cajeme un odio profundo, ya que
aquí, operadores de Manolo Barro no lo dejaron apoderarse de la conducción de
la campaña municipal, porque ellos, los operadores, vieron una serie de
inconsistencias y caprichos dentro de la campaña estatal y que deseaban
replicar en lo local. Con su ego dañado, buscó venganza y, durante los tres
años del cajemense, Romero López le habló al oído a su jefe y amigo Padrés, y
así nos fue a los cajemenses. Ya no digo de los siguientes tres, porque ya conocemos la historia.
Porque no, no se equivoquen, a pesar de
que fue en Cajeme donde los números de Padrés le resultaron favorables, ya que
obtuvo una ventaja de 8 mil 145 votos, mientras que en Hermosillo, apenas sacó
una ventaja de 996 votos, pero eso no le importó a los azules y nos dieron con
todo.
Al llegar al poder, su poder, el de
Romero, aumentó en un mil porciento, porque le compraron aquella idea de que
todo lo podía lograr, aplicando las mismas estrategias de cooptar gente, porque
al final, decía, todo mundo tiene un precio. Pero se equivocó, como se equivocó
en el 2012, al imponer candidatos para los puestos de elección popular que le
eran afines, más que representaran una carta ganadora para que su amigo, el
Gobernador Padrés, gobernara sus últimos tres años como lo indica el librito,
con un Congreso a modo y con una contundente mayoría en los municipios.
Me tomé un café con él, en una de las
primeras giras (de las pocas veces que vino) del Gobernador Padrés, para
preguntarle quien había dado la orden para quitarme un medio de comunicación
electrónico que tenía en sociedad con alguien a quien creí mi amigo, y negó que
así fuera. Al contrario, me ofreció trabajar para ellos y me presumió que en
ese momento, el Gobernador traía una calificación superior a al 9 según las
encuestas. Me pareció fantasioso y desconectado de la realidad y me pregunté,
cómo fue posible que tipos así, junto a los Morales y Alcaraz, hayan siquiera
organizado una campaña electoral, y además triunfar.
Luego vinieron pruebas de su perdición en
el laberinto de la soberbia genial (de cuando ya se creen genios) y hay pruebas
de ello, como el monumento al tubo, autorizado por él; la grabación de San Luís
regañando a los panistas (filtrada a la prensa nacional y de donde se ganó el
mote impuesto por Brozo de “El idiota valiente”) y asegurarle a su amiga Eloísa
Flores que en la campaña del 2012 a la alcaldía de Cajeme, la ganaba por 20
puntos porcentuales. Perdido el chamaco.
En medio de las agresiones más bestiales
contra Cajeme, su esposa me invitó a comer un día, asegurando que tenía algo
importante que decirme y me ganó la curiosidad.
Una señora muy agradable, entiendo que de
sociedad en Navojoa, y también entendí que eso, le daba cierto status a Romero,
ahora que lo tenía todo, y solo le faltaba eso, ser socialité.
Ella solamente me comentó que quería ser
alcaldesa de Navojoa, después de una larga charla sobre su vida y la de un hijo con problemas de salud. Luego,
alguien le llamó, conversó un rato con esa persona y argumentó un problema en
su casa y debería de regresar de inmediato. Nos despedimos y quedamos en
continuar la plática en otra ocasión. Nunca más volví a saber de ella hasta
que, ya perdida la gubernatura por el PAN, me los encontré en un restaurante de
Álamos, bebiendo un vino que solamente había visto yo en las revistas gourmet.
Pero ese día, me quedé con el
presentimiento de que, cuando “alguien” se enteró de nuestra comida, le ordenó
suspenderla.
Hoy, su marido y ella, están detenidos.
Supongo que lo “genial” y lo socialité del idiota valiente, se fue al carajo.
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