A Porfirio Díaz se la atribuye la frase,
“Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. Para quienes
vivimos cerca de la frontera y por lo mismo tenemos acceso a visitar ese país,
de compras o viaje turístico, podríamos parafrasear: “Pobre de nosotros si a la
pasada nos toca un pocho-gringo”
Según Octavio Paz en su Laberinto de la
Soledad, al Norteamericano se le somete desde su más tierna edad a procesos de
adaptación a una sociedad formada por migrantes y por tanto, con una cultura
sin el raigambre ancestral de otras como la europeas o asiáticas, todo es
novedoso e imitativo. Así, cada nuevo integrante de esa sociedad, se somete a
patrones de conducta, en su búsqueda de aceptación, con un fuerza mayor que
aquellos que la dictan.
Por eso el mexicano naturalizado
norteamericano, en su gran mayoría, sigue a píe juntillas las reglas del juego
y se ensaña, cuando puede, con sus ex paisanos, en una cultura como la gringa,
predominantemente alimentada de odio.
Y mientras al norteamericano se le
olvidan sus ancestros que alguna vez fueron inmigrantes, para ellos, el mal de
Estados Unidos viene de fuera y hay que implementar las reglas para que nadie
más comparta ese sueño americano que alguna vez buscaron sus padres.
En el año 2015, antes de las elecciones
estadounidenses, Renée Angélica García impartió una conferencia en la ULSA,
donde aseguró que en Estados Unidos, el único que podría tener asegurado un
triunfo en las elecciones, era Donald Trump, y explicaba que su teoría se basa
en el odio promovido como sentimiento de razón: “Cuando
hay algo que defender, se apela a nuestros instintos más primitivos de
supervivencia. Entramos en un sistema de alerta extrema y tomamos las acciones
necesarias para que, lo que tenemos en el momento, no cambie” Eso pasó con
Trump: apeló a que los musulmanes, los mexicanos, los centroamericanos y demás
extranjeros, iban a Estados Unidos a arrebatarle a los suyos lo que ya tenían o
a violentar su vida. Trump nunca se puso a meditar (y pocos lo hicieron) que él
mismo y su esposa, tienen raíces en otros países.
Después del 11 de Septiembre, la
mayoría de los norteamericanos blancos (que fueron el 70% de los votos)
asimilaron que, en su país, los migrantes venían a aniquilarlos.
Entonces ¿qué pasa con nuestros ex
compatriotas ahora ciudadanos norteamericanos? Pues que trataran de mimetizarse
con sus compañeros blancos, para distinguirse del enemigo y, mientras más duros
sean con nosotros los mexicanos, creerán que tendrán una mayor aceptación,
cuando, pobres, en lo general no dejan de ser brownies criminales y violadores
que le roban el trabajo a los verdaderos blancos.
Y tenemos el ejemplo de lo que ocurrió
en una rueda de prensa de Donald Trump: al periodista Jorge Ramos, hispano, le
prohibió el usa de la palabra y le dijo abiertamente: “back to you country”, a
pesar de que legalmente es ciudadano de ese país.
Entonces si cruzamos la frontera, hay
que ir preparados para el peor trato, sobre todo con ellos, los pochos.
Pero momento, no se nos olvide que, en
lo general, tenemos más educación e instrucción que un simple oficial de
aduana; que tenemos derechos, que no vamos a robarles nada sino a consumirles y
que la dignidad está antes que nada. Tenemos derecho a pedir una segunda
opinión de un supervisor y en dado caso, pueden quedarse con su visa, al final
del día, serán ellos los que pierden.
Y por último, nadie tiene derecho a
meterse en tus aparatos electrónicos, si te lo piden, no aceptes porque es una
intromisión en tu vida privada.
Ármate de paciencia, no te enojes y piensa
que en el mundo hay muchos países en los que seremos bienvenidos.
Gracias
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