Palabras mayores
Bécker García
Las guerras y sus imágenes han cambiado mucho, desde aquel tiempo en que fue presentado, después de la Guerra de Crimea (1856), el fúsil de repetición y la ametralladora. Entonces, con cámaras de un solo disparo a la vez, el sembradío de cadáveres en el campo de batalla, los fotógrafos podían parsimoniosamente captar las terroríficas imágenes del asesinato permitido. Hasta antes de eso, los incipientes y pocos fotógrafos, podían, si acaso, tomar un que otro “muertito”, porque la guerra no tenía esos alcances de destrucción masiva.
Susan Sontag, la escritora y filósofa Estadounidense crecida en Tucson, Arizona, en su ensayo publicado con el nombre de “Ante el dolor de los demás”, da cuenta de cómo, a principios de la primera gran guerra mundial, con la invención de la cámara Leica de película de 35 milimetros y 36 exposiciones, las fotografías de guerra cambiaron radicalmente. Sin tener que recambiar el cartucho, con filmes más sensibles y obturadores mejor sincronizados con la apertura de luz y la exposición, las imágenes de guerra lograron captar secuencias de una guerra casi en “vivo”.
Una vez terminada la primer guerra, Ernest Friedrich, publicó un libro con esas fotografía, al cual publicó como “Guerra contra la guerra”. Su intención era, demostrar con imágenes crudas como era de inhumana la guerra, con la intención de que nunca más se repitiera tan grande imbecilidad. Ya lo sabemos, solamente unos cuantos años después, dio inicio la segunda guerra mundial de la cual, se tienen fotografías tan espeluznantes como el hongo nuclear cubriendo Hiroshima y Nagasaki. No aprendimos la lección.
El otro gran salto fue durante la tristemente absurda guerra de Vietnam, donde, las imágenes de la televisión eran la comida diaria de los estadounidenses, con lo cual, Lyndon B. Jhonson logró, en un inicio, apoyos sin precedentes para la guerra que terminó con una estrepitosa derrota del país más poderoso del mundo.
De ahí, los enlaces en “vivo” de la guerra del Golfo, donde se podría ver en cámara de rayos infrarrojos, como los blancos eran “quirúrgicamente” (ellos acuñaron el símil) destruidos (nunca se dijo, quien o quienes estaban dentro de los edificios llamados “blancos”, ni el dolor causado en la secuela expansiva de las bombas).
El cambio más significativo, masivamente hablando, es sin duda la facilidad con las cuales las imágenes pueden ahora llegar a cualquier parte y, producidas no con sofisticados aparatos, sino mediante una pequeña cámara de vídeo o un Teléfono con esas aptitudes. Ahora, editarla o subirla tal cual a la red es cuestión de minutos y un simple conocimiento, porque cualquier computadora actual funciona como un banco de edición no lineal.
Así, la violencia en los tiempos del Youtube, no deja de maravillarnos, asquearnos o decepcionarnos.
Y si bien es cierto que los inicios periodísticos de la atrocidad de la guerra en imágenes publicadas como manera de hacer conciencia de lo infausto y salvaje de la misma, ahora, pareciera ser que la imagen tiene que ver mas con el gancho informativo que vende morbo, insania y escatológico regodeo.
Eso lo han entendido muy bien los narcos mexicanos. Desde el vídeo aquel donde enemigos de un cártel fueron interrogados y ejecutados en vivo y subidos al Youtube, con la supuesta intención de otorgar un escarmiento público y masivo (por cierto muy parecido a las ejecuciones medievales en medio de las plazas) a los enemigos, y, provocar con ello temor y acaso, un poco de respeto.
Sin embargo esto no funcionó como tal, sino que, al asombro iniciático le ha seguido las imágenes de la autopsia de Valentín Elizalde, las fotos de decapitados, muertos, tiroteos, enfrentamientos para rematar enemigos, y, en el colmo de la insensatez de un gobierno en guerra, la fotografía de un jefe de bandería que, humilladamente, con su propia sangre se le untaron billetes de altas denominaciones por todo el cuerpo.
El día lunes 1º de Febrero, en las redes sociales se dio cuenta un vídeo recientemente subido, unos cuantos minutos antes. Cuando aún los portales informativos no traían la noticia de un enfrentamiento entre sicarios y policías, en la red ya circulaba el vídeo tomado desde un piso en alto, donde se escuchaban tiroteos y gente correr, en un centro comercial de Torreón Coahuila.
Un día antes, en otro portal se veían los cuerpos apilados de 14 muchachitos (ya van 18) que fueron acribillados, sin deberla ni temerla, por sicarios en Ciudad Juárez.
Y reflexiono; ¿hasta cuando la violencia nos va a sorprender? Porque, en esta guerra perdida del Gobierno mexicano contra el narco, pareciera que las imágenes son más un apología de un destino, que el simple hecho de informar.
Pronto, tal vez, tendremos camisetas, tazas, y DVDs piratas, donde se diga: “yo estuve en tal tiroteo y sobreviví”.
Que pena por mí país.
Gracias…
Para columnas anteriores favor revisar: http://beckergarcia.blogspot.com
ok
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