domingo, 4 de febrero de 2018

Cajeme era un paraíso


Cajeme era un paraíso. 1966, El pavimento solo llegaba hasta la calle Coahuila, desde la Miguel Alemán, y, desde la Cajeme, hasta la 200. Había excepciones, claro, como la calle Guerrero que alcanzaba hasta circundar la Laguna y de ahí alcanzar el Valle del Yaqui. Pero eso no nos hacía daño. Tiempo de lluvias y en los charcos, crecían los sibólis que luego se convertían en sapos.
El paraíso incluía el “problema” de la sobreoferta de empleo, donde hasta el más chico ganaba su tostón. La madre de un vecino, se quejaba entonces: “ahora con las pizcas del algodón, las chingadas “gatas” (así lo dijo ella, yo no), se van toda la temporada y me dejan tirada la casa”, y claro, en un día de andar agachadas en el surco, ganaban lo que en una semana de fregar pisos ajenos. En esos tiempos, los cobertizos del Valle se llenaban de personas venidas de varias latitudes, cargando unas bolsas de lona doble propósito: de día para colectar el algodón pizcado, de noche para tirarse a dormir sobre ellas en el piso. Luego, llegaron las máquinas y se fueron las manos.
No pretendo entrar en detalles económicos que desconozco, pero luego el Valle se inundó de trigo, se acabaron los jornales y, cada temporada: “que no alcanza”; “no hubo frío”; “el precio no dio” y así, hipérbole al infinito y repetida cada mayo-junio. Muchas casas comerciales fueron cerrando. La población, se estancó; ya no venían desde otros lados a festejar el milagroso crecimiento sonorense.
En 1979 voté por primera vez. Mi padre, príista consumado, casi enfurece cuando confesé, ufano, haberlo hecho por aquel verdadero PAN de Adalberto Rosas. Luego, ya gobierno, algo pasó: muy popular El Pelón y quizá, esperamos mucho al sacar al PRI de palacio y al final no lo fue tanto. Creo fui uno de los pocos que, 1982, voté por Eduardo Estrella, total, había sido rector del ITSON y me había convencido de cursar la carrera ahí, olvidándome de viajes y Universidades lejanas.
Luego, el empleo escaseó y como con la familia no se juega, mi esposa, mi pequeña hija y yo, marchamos a vivir en Baja California, donde voté al tin marin de do pingüe.
Cuando en el 93 regresé a casa lo hice igual y no fue sino hasta 1997, cuando lo hice a conciencia y hasta cuidé la elección para Javier Lamarque, esta sí, una verdadera decepción
Obvio, voté por Ricardo Bours (un respiro de aliento en la administración y orden público) y también por el Roger (donde las cosas no salieron tan bien).
Hoy, Cajeme sigue sin empuje. No, no creo que sea problema de una sola persona, sino, estoy cierto que la comunidad en su totalidad, debemos buscar un camino, porque esto ya no está dando para más. Los hijos, los nietos, muchos, se están marchando a buscar oportunidades en otros lados.
Oye, me dijo un alto funcionario de una compañía telefónica, ¿me pasas el celular de tu hija la Chef Renatta, quiero hacer un banquete para 20 personas? Le dieron 3 opciones, desde los 4 tiempos, 3 y hasta lo sencillo: plato fuerte y ensalada. Cuando llegaron al momento de los costos, él le pregunta por algo como de 50 pesos. “Pues compre tortas de La Pasadita, son bien buenas, y se las comen en el patio” fue la respuesta. Así, al día siguiente, regresó a la CD.MX, donde estudió, a buscarle. “Lo curioso, me comenta, es que acá, pagan hasta tres veces más de lo que gastan en Obregón por un banquete y ni regatean”.
Ya vienen, como cada tres años, las elecciones. Por el PRI quedan dos, Abel y Emeterio. No, Juan Leyva no es aquel Juan, sino este, al que lo alcanzaron las circunstancias y tiene un pendiente con el No al Novillo.
Creo que, pensar en el 2021 sin pasar antes por el 2018, sería costoso. A la Gubernatura, no solamente se pasa por el Senado, y ni siquiera es garantía por tener a modo el segundo más grande Ayuntamiento del Estado, porque es obvio que el poder desgasta. Si no, que le pregunten a Maloro Acosta a quien, no tardó en lanzar su precandidatura al Senado, cuando Alfonso Durazo, el precandidato por Morena, se le fue a la yugular. Obvio, a su compañera Sylvana Beltrones, el AMLOista no la tocará para nada. Las elecciones no son en automático y en 3 años, cambian tanto las cosas, como han cambiado ahora desde el 2015 a la fecha.

Y cuando vemos que en Cajeme existen dos buenos precandidatos, uno Independiente Rodrigo Bours, el otro de Movimiento Ciudadano Gustavo Almada, y dadas las circunstancias, donde los votantes buscan ciudadanos, tomar decisiones en falso, va a costar votos.
Que Rodrigo no tiene estructura y que sus 12 circunscripciones no se entienden del todo (y, en el caso rural, ¿qué pasará con los comisarios?) y que a Gustavo no pudo movilizar gente en el 2015, pues habrá que verlo y valorarlo.
Lo cierto de todo es que, necesitamos hacer algo con Cajeme. Ya no somos, neta, ni sombra de lo que fuimos y quien llegue, el o la que sea, necesita de todos y todas.



Gracias



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