No sé si les pueda contar bien a bien, una nebulosa
historia, perdida en los detalles pero presente en la memoria en lo esencial,
sobre algo que le escuché a mi papanino, y que ocurrió en su tierra natal,
Yucatán.
Contaba sobre dos compadres, uno rico y el otro pobre y medio
conchudo, esperando con ansias que su amigo, le ayudase a cambiar su destino
económico.
El compadre pobre le pidió trabajo al rico, pero este le
respondió que las labores en su hacienda eran desgastantes y agotadoras, y
agregó; “yo lo aprecio mucho compadre, pero ese tipo de trabajo duro como que
no se le da”. Entonces éste, medio
indignado porque indirectamente le dijeron flojo, apretó su sombrero entre las
manos y sin pronunciar palabra hizo como que se retiraba.
No salía aún de la casa, cuando al compadre rico,
arrepentido, lo regresó de la puerta.
A ver compadre, le pregunta sobre quien le había
confeccionado esa hermosa guayabera que vestía.
-
No pues usted ya sabe que en la familia de su
comadre, mi esposa, se les da esto de los huipiles y las guayaberas bordadas y
tienen años vistiéndonos de lo que ellas misma cosen – respondió como medio
atufado
Y fue ahí donde al compadre rico se le ocurrió algo:
prestaría cierta cantidad de dinero, para que la familia pobre iniciara un
negocio que podría sacarlos del apuro, con la mano de obra de las mujeres
parientes de la comadre y con ella misma. Si este compadre no trabaja, pensó,
pues que sus mujeres lo hagan por él. Serían socios, pues.
Un mes después, el compadre rico regresó a su casa luego del
trabajo, y grande fue su sorpresa al descubrir que, en la fachada principal de
su enorme casa, encontró colgados con clavos, decenas de guayaberas, huipiles,
mantillas y demás, resguardados con un gran letrero que decía, “VENTA DE TÍPICA
ROPA YUCATECA ORIGINAL”.
Como impulsado por un iracundo resorte, buscó al autor de
tamaña osadía, descubriendo que, su comadre, las hijas, las tías y hasta la
abuelita, bordaban otras prendas en la banqueta, mientras su compadre, sentado
detrás de una destartalada caja de cobro, de esas con divisiones para monedas y
billetes, vigilaba que varios clientes curiosos, no le fueran a robar.
-
Oye compadre – le dijo – yo te presté dinero
para que iniciaras tu negocio, pero no te dije que lo pusieras en mi casa.
-
Ay compadre – le respondió con toda la concha
del mundo -, como somos socios, decidí que el mejor lugar del pueblo para
exhibir mis prendas y venderlas, es aquí en tu casa compadre….
El compadre rico, sin querer agraviar a su amigo, porque al
final tenía parte de razón, buscó la manera de cambiar la situación y que su
bella casa, no pareciera un tianguis. Buscó todas las maneras posibles de
sacarlo de su casa, trató de apoyarlo con otro local, pero no pudo convencerlo.
Entonces cierta tarde, decidió que sus trabajadores de la
hacienda, tendría trabajo extra durante la noche.
Al día siguiente, cuando el compadre llegó a instalar su
vendimia, la casa de su compadre era otra. La pared principal, ya no existía.
El compadre entonces le reclama a su amigo: “Compadre,
tiraste la pared, me echaste a perder el negocio”, le reclamó.
Entonces este, sin mucho aspaviento, le responde: “compadre,
usted perdió solamente su negocio, yo, perdí mi casa”
Pues así parece el PAN Sonora, ni más ni menos, tiran la
casa con tal de salirse con la suya.
Galván, apoyado desde el CEN, hará cualquier cosa con tal de
salirse con la suya y ser candidato a Senador. Y si la salida de David
Figueroa, de Gustavo de Unanue padre y de Célida López entre otros no le
importa, y si piensa que luego del desastroso gobierno de Padrés está olvidado
por la sociedad, pues, pronto, ni cimientos van a quedar, en su PAN.
Gracias
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