La sombra de mi alma
huye por un ocaso de alfabetos, niebla de libros y palabras.
¡La sombra de mi alma!
He llegado a la línea donde cesa
la nostalgia, y la gota de llanto se transforma alabastro de espíritu.
(¡La sombra de mi alma!)
El copo del dolor
se acaba, pero queda la razón y la sustancia de mi viejo mediodía de labios, de mi viejo mediodía de miradas.
Un turbio laberinto
de estrellas ahumadas enreda mi ilusión casi marchita.
¡La sombra de mi alma!
Y una alucinación
me ordeña las miradas. Veo la palabra amor desmoronada.
¡Ruiseñor mío!
¡Ruiseñor! ¿Aún cantas? |
viernes, 19 de agosto de 2016
La Sombra de mi Alma: 80 años sin García Lorca
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