Cajeme era un paraíso. 1966, El pavimento solo llegaba hasta la calle Coahuila, desde la Miguel Alemán, y, desde la Cajeme, hasta la 200. Había excepciones, claro, como la calle Guerrero que alcanzaba hasta circundar la Laguna y de ahí alcanzar el Valle del Yaqui. Pero eso no nos hacía daño. Tiempo de lluvias y en los charcos, crecían los sibólis que luego se convertían en sapos.
El paraíso incluía el “problema” de la sobreoferta de empleo,
donde hasta el más chico ganaba su tostón. La madre de un vecino, se quejaba
entonces: “ahora con las pizcas del algodón, las chingadas “gatas” (así lo dijo
ella, yo no), se van toda la temporada y me dejan tirada la casa”, y claro, en
un día de andar agachadas en el surco, ganaban lo que en una semana de fregar
pisos ajenos. En esos tiempos, los cobertizos del Valle se llenaban de personas
venidas de varias latitudes, cargando unas bolsas de lona doble propósito: de
día para colectar el algodón pizcado, de noche para tirarse a dormir sobre
ellas en el piso. Luego, llegaron las máquinas y se fueron las manos.
No pretendo entrar en detalles económicos que desconozco,
pero luego el Valle se inundó de trigo, se acabaron los jornales y, cada
temporada: “que no alcanza”; “no hubo frío”; “el precio no dio” y así, hipérbole
al infinito y repetida cada mayo-junio. Muchas casas comerciales fueron
cerrando. La población, se estancó; ya no venían desde otros lados a festejar
el milagroso crecimiento sonorense.
En 1979 voté por primera vez. Mi padre, príista consumado,
casi enfurece cuando confesé, ufano, haberlo hecho por aquel verdadero PAN de
Adalberto Rosas. Luego, ya gobierno, algo pasó: muy popular El Pelón y quizá,
esperamos mucho al sacar al PRI de palacio y al final no lo fue tanto. Creo fui
uno de los pocos que, 1982, voté por Eduardo Estrella, total, había sido rector
del ITSON y me había convencido de cursar la carrera ahí, olvidándome de viajes
y Universidades lejanas.
Luego, el empleo escaseó y como con la familia no se juega, mi
esposa, mi pequeña hija y yo, marchamos a vivir en Baja California, donde voté
al tin marin de do pingüe.
Cuando en el 93 regresé a casa lo hice igual y no fue sino
hasta 1997, cuando lo hice a conciencia y hasta cuidé la elección para Javier
Lamarque, esta sí, una verdadera decepción
Obvio, voté por Ricardo Bours (un respiro de aliento en la
administración y orden público) y también por el Roger (donde las cosas no
salieron tan bien).
Hoy, Cajeme sigue sin empuje. No, no creo que sea problema
de una sola persona, sino, estoy cierto que la comunidad en su totalidad, debemos
buscar un camino, porque esto ya no está dando para más. Los hijos, los nietos,
muchos, se están marchando a buscar oportunidades en otros lados.
Oye, me dijo un alto funcionario de una compañía telefónica,
¿me pasas el celular de tu hija la Chef Renatta, quiero hacer un banquete para
20 personas? Le dieron 3 opciones, desde los 4 tiempos, 3 y hasta lo sencillo:
plato fuerte y ensalada. Cuando llegaron al momento de los costos, él le
pregunta por algo como de 50 pesos. “Pues compre tortas de La Pasadita, son
bien buenas, y se las comen en el patio” fue la respuesta. Así, al día
siguiente, regresó a la CD.MX, donde estudió, a buscarle. “Lo curioso, me
comenta, es que acá, pagan hasta tres veces más de lo que gastan en Obregón por
un banquete y ni regatean”.
Ya vienen, como cada tres años, las elecciones. Por el PRI
quedan dos, Abel y Emeterio. No, Juan Leyva no es aquel Juan, sino este, al que
lo alcanzaron las circunstancias y tiene un pendiente con el No al Novillo.
Creo que, pensar en el 2021 sin pasar antes por el 2018,
sería costoso. A la Gubernatura, no solamente se pasa por el Senado, y ni
siquiera es garantía por tener a modo el segundo más grande Ayuntamiento del
Estado, porque es obvio que el poder desgasta. Si no, que le pregunten a Maloro
Acosta a quien, no tardó en lanzar su precandidatura al Senado, cuando Alfonso
Durazo, el precandidato por Morena, se le fue a la yugular. Obvio, a su compañera
Sylvana Beltrones, el AMLOista no la tocará para nada. Las elecciones no son en
automático y en 3 años, cambian tanto las cosas, como han cambiado ahora desde
el 2015 a la fecha.
Y cuando vemos que en Cajeme existen dos buenos
precandidatos, uno Independiente Rodrigo Bours, el otro de Movimiento Ciudadano
Gustavo Almada, y dadas las circunstancias, donde los votantes buscan
ciudadanos, tomar decisiones en falso, va a costar votos.
Que Rodrigo no tiene estructura y que sus 12
circunscripciones no se entienden del todo (y, en el caso rural, ¿qué pasará
con los comisarios?) y que a Gustavo no pudo movilizar gente en el 2015, pues
habrá que verlo y valorarlo.
Lo cierto de todo es que, necesitamos hacer algo con Cajeme.
Ya no somos, neta, ni sombra de lo que fuimos y quien llegue, el o la que sea,
necesita de todos y todas.
Gracias
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