miércoles, 14 de septiembre de 2016

Florence Foster Jenkins, la impostura del dinero


"Muchos podrán decir que no canto; pero nadie podrá decir que no canté"
Florence Foster Jenkins

Ayer martes 13 de septiembre, me topé, en una de esas páginas donde por una suscripción puedes acceder a películas de reciente estreno.

Meryll Streep y Hugh Grant, merecen siempre mi atención.

Su más reciente película se llama "Florence Foster Jenkins", y es la historia de una soprano amateur, dueña de cierta fortuna heredada por su padre, la cual invierte o gasta en mantener un club de ópera llamado Verdi, en la ciudad de Nueva York y ayudar a artistas consagrados y otros no tanto.

Sin duda, la actuación de la Streep es memorable y la de Grant muy reconocible.
Sin embargo la historia de esta mujer, una pésima cantante, pero una excelente mecenas, es lo más subyugante de la película. Y no solamente porque está basada en hechos reales, sino porque, dentro de lo absurdo que puede ser el arte, el dinero alcanza para comprar teatros llenos, quizá para goce burlesco, o, tal vez por simple curiosidad o puede ser también, la ignorancia de la apreciación musical asumida como "buena" por la manada.

La señora Foster, la original de la historia, tiene un mérito más sublime que su vanidad de falsa soprano; su innegable amor por la música y quizá con eso, sea más honesta que muchos de aquellos que abarrotaron el Carnegie Hall para escucharla cantar.

Vale la pena mirarla



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