La Ciudad de México es un hervidero. No
solamente estoy hablando de la gente aglomerada en los transportes públicos,
privados, las calles, centros comerciales, oficinas y demás, sino, hablo
también del hervidero político.
Salí de la casa de mi hija temprano,
pues tendría un desayuno con varios amigos que no veía desde hace algunos años.
“Sal temprano, porque hay muchas manifestaciones y si vas al centro histórico,
capaz quedas en medio de una y llegas tarde”, me aconsejó mi hija.
El chófer del Uber me dijo lo mismo.
“trataré de llegar por una ruta alterna, porque escuché en la radio que hay
manifestaciones del CNTE bloqueando la ruta habitual”. Va, le dije, quien sabe
de esto son ustedes, yo soy un humildito provincianito.
Dimos varias vueltas no sé ni por
donde, pero eran calles pequeñas y no muy transitadas, para luego incorporarnos
a otras conocidas, en vueltas y vueltotas para sacarle la vuelta (muchas
vueltas, pero así fue) y al final, toparnos con los manifestantes que nos
hicieron perder un buen de tiempo.
Mientras buscábamos como salir, el
chófer me dijo que todo era culpa de Peña Nieto. Y casi como aquel afamado spot
de Morena, me comentó que estaríamos mejor con cualquier otra persona, menos
con el actual Presidente de México.
Cuando al fin llegué al restaurante en
cuestión, mis amigos ya estaban en la sobremesa. Es que ellos, usaron el Metro,
me cuentan, para evitar las manifestaciones. De haber sabido, me hubiese
ahorrado 155 pesos del Uber.
Los invitados a la mesa hablaban sobre
lo mismo. El desastre de ciudad y de país que tenemos y de que, le están poniendo
de pechito la elección a López Obrador.
Uno de ellos, quien cree que por ser yo
periodista tengo alcances que obviamente no tengo, me preguntó sobre el
paradero de “tu paisano Manlio”.
No pues, le contesté, ni en San Carlos
ni en Hermosillo y menos en Obregón, estaba, mucho sol y calor al que ya no
está acostumbrado, acoté. Tal vez, le dije, se fue de viaje a Timbuktú para
recapacitar sobre el 5 de Junio y su futuro.
Luego especularon sobre la sucesión en
el PRI, donde algunos decían que el meramente bueno tendría que ser un
dinosaurio que pusiera orden en las bases, apretara tuercas y le echara broncas
a los malos gobernadores de todos los colores, que tienen harta a la población.
Otros, decían que no, que le darían otra oportunidad a Nuño, luego de su
fracaso con las negociaciones con el CNTE.
Como yo llegué tarde, en esa parte de
la conversación saboreaba un omelette con chapulines delicioso y, a pesar de
mantenerme atento a la conversación, no abría la boca para otra cosa que no
fuera introducir ese manjar a mi tracto digestivo.
Pero, otra vez, nunca falta quien crea
que los periodistas sabemos todo: ¿Tú que opinas? Mmmm…. Tragué gordo y casi
con la boca llena les dije: O es Pepe Calzada o Luís Enrique Miranda.
Voltearon a verme y sonrieron
condescendientemente. “Deja las grillerías para tu omelette… esos dos no tienen
ninguna posibilidad… si el grillo mayor, Manlio, no pudo con el paquete, este
par de novatitos no tienen nada qué hacer contra AMLO”
Pues será el sereno, repuse, pero lo
que necesita ese partido, es una nueva manera de hacer las cosas. Silencio,
pero en sus caras se veía que pensaban que yo, estaba loco.
Terminé mi platillo y seguí con varios
cafés hasta que nos despedimos.
A la hora de salir del restaurante, me
dirigía al metro (ahora sí, ¿verdad?) cuando me encontré a una persona que
obviamente es de Obregón, pero no lo pude identificar.
Me preguntó cuando regresaba a Sonora y
le dije que ese mismo día por la tarde.
Me confió que trataría de hacer lo
mismo, pero estaba en fila de espera porque los vuelos están llenos.
Esa misma tardé, salí rumbo al
aeropuerto con dos horas y media de anticipación. ¿A qué no saben qué? Una
manifestación de campesinos paperos, nos encerró en una calle durante hora y
media. Digo, ¿porqué no protestan allá en su tierra?
Llegué al aeropuerto y… el vuelo estaba
cerrado. Supongo, el obregonense desconocido que encontré en la mañana, iba en
el asiento 15 A, justo el que me tocaba a mí y no pude alcanzar.
Me enviaron a expedición de boletos
para “reponer” y viajar en el siguiente vuelo (al otro día a las 6:05 de la
madrugada) y me cobraron $7,400 pesos por mi boleto y el de Almita Mijita, mi
esposa.
Y estos cabrones manifestantes, ¿No
podrán pagarme esa lana luego de que consigan lo que el gobierno seguro les
dará para que regresen a su tierra?
Chale…